Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella.
Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar.
Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.
(...)
Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse.
Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino que elige la mayoría.
H.H = H2O
Cuando los tristes días amanecen y fríamente hostil nos mira el mundo, retraída se encuentra tu confianza y totalmente sobre ti descansa. Mas, relegado solamente a ti y por viejas las alegrías lejos, vas divisando nuevos paraísos que a tu creencia se dirigen todos.
Como aquello más propio reconoces lo que ayer te pareció hostil y extraño, y con un nuevo nombre denominas tu destino, que libremente aceptas. Y lo que amenazaba sofocarte, espíritu respira y es amigo, es para ti un guía, un mensajero que lo más alto enseña y te señala. Días del destino (fragmento)
Como aquello más propio reconoces lo que ayer te pareció hostil y extraño, y con un nuevo nombre denominas tu destino, que libremente aceptas. Y lo que amenazaba sofocarte, espíritu respira y es amigo, es para ti un guía, un mensajero que lo más alto enseña y te señala. Días del destino (fragmento)
Algo más, algo menos, mi querido muchacho... Las voces de los hombres son todas un engaño;
Sólo somos honestos cuando niños y ya después en el sepulcro.
Yacemos luego junto a los que nos precedieron. Sabios al fin y llenos de fría claridad. Y, con los huesos blancos, crujir hacemos la verdad. Y mientras alguno mentiría, otros preferirían vivir una vez más.
Divino es -y eterno- el Espíritu.
Hacia él, cuya imagen e instrumento somos,
Conduce nuestro camino, y es nuestro entrañable anhelo
Llegar a ser como él, fulgurar con su luz.
Mas del barro y mortales nacimos
E inerte pesa en nosotros -criaturas- la gravedad.
Aunque amor y cuidados maternales nos brinde natura,
Y la tierra nos nutra y sea cuna y tumba,
La paz no nos otorga;
Paternal y próvida, deshace
La chispa del Espíritu inmortal
De natura el amoroso encanto:
Hace hombre al niño, diluye la inocencia
Y nos despierta a la lucha y la conciencia.
Así, entre padre y madre,
Así, entre cuerpo y espíritu,
Vacila el hijo más frágil de la Creación:
El hombre de alma temerosa, pero capaz de lo más
Sublime: un amor más fiel y esperanzado.
Arduo es su camino, la muerte y el pecado lo alimentan,
Se extravía con frecuencia en las tinieblas
Y más le valdría a veces no haber sido creado.
Eternamente fulge, sin embargo,
Sobre él su misión y su destino: la luz, el Espíritu.
Y sentimos que es a él, desamparado,
A quien ama el Eterno especialmente.
Por ello nos es posible amar,
Erráticos hermanos, aún en la discordia.
Y ni condenas ni odios,
Sino amor resignado
Y amorosa paciencia
Nos acercan a la meta sagrada.
H.H=H2O
Hacia él, cuya imagen e instrumento somos,
Conduce nuestro camino, y es nuestro entrañable anhelo
Llegar a ser como él, fulgurar con su luz.
Mas del barro y mortales nacimos
E inerte pesa en nosotros -criaturas- la gravedad.
Aunque amor y cuidados maternales nos brinde natura,
Y la tierra nos nutra y sea cuna y tumba,
La paz no nos otorga;
Paternal y próvida, deshace
La chispa del Espíritu inmortal
De natura el amoroso encanto:
Hace hombre al niño, diluye la inocencia
Y nos despierta a la lucha y la conciencia.
Así, entre padre y madre,
Así, entre cuerpo y espíritu,
Vacila el hijo más frágil de la Creación:
El hombre de alma temerosa, pero capaz de lo más
Sublime: un amor más fiel y esperanzado.
Arduo es su camino, la muerte y el pecado lo alimentan,
Se extravía con frecuencia en las tinieblas
Y más le valdría a veces no haber sido creado.
Eternamente fulge, sin embargo,
Sobre él su misión y su destino: la luz, el Espíritu.
Y sentimos que es a él, desamparado,
A quien ama el Eterno especialmente.
Por ello nos es posible amar,
Erráticos hermanos, aún en la discordia.
Y ni condenas ni odios,
Sino amor resignado
Y amorosa paciencia
Nos acercan a la meta sagrada.
H.H=H2O
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