"Cuando el cielo quiere salvar a un hombre, le envía amor" Lao-Tse. Que el amor sea tu única guía, sin mapas, sin dogmas, sin maestros, sólo amando...
Sospecho que hoy empiezo a Ser Canción, si seco un llanto. Y la canción con alma echó a volar y desde entonces los dos, vivieron más despacio, a pesar de su tiempo y de su espacio. Y un día como lluvia, ellos caerán y mojaran todo y su misterio crecerá verde sobre el mundo" Silvio Rodriguez.

sábado, 27 de junio de 2015

La Casa del Sol



Cuando la personalidad duerme, el Ser Eterno Despierta. 
Vigila tus pensamientos y sentimientos, 
ahora que has visto su rostro.


   Oh Danny Boy, the pipes, the pipes are calling
   From glen to glen, and down the mountainside.
   The summer's gone, and all the roses falling.
   ´Tis you, 'tis you must go and I must bide.
   But come ye back when summer's in the meadow
   Or when the valley's hushed and white with snow,
   ´Tis I'll be here in sunshine or in shadow.
   Oh Danny Boy, Oh Danny Boy, I love you so.
   But if you come and all the flow'rs are dying
   And I am dead, as dead I well may be,
   You'll come and find the place where I am lying
   And kneel and say an Ave there for me.
   And I shall hear, though soft your tread above me,
   And then my grave will warmer, sweeter be,
   For you will bend and tell me that you love me,
   And I shall sleep in peace until you come to me.




And you'll not fail to tell me that you love me,
I'll simply sleep in peace until you come to me.



Toda vida es una manifestación del espíritu
El poder Divino de soportar dos opuestos en forma simultánea
Señores del Tiempo, Caminantes de Sueños.



"De la misma manera en que el hombre, como ser físico genérico, transmite sus cualidades a su progenie, dentro de la propia especie, así también el Espíritu transmite sus propias cualidades dentro de su especie, esto es, en sí mismo. En cada vida el espíritu humano comparece como repetición de sí mismo, con los frutos de las experiencias habidas en el curso de las existencias precedentes. La vida presente, por tanto, es la repetición de otras vidas y trae consigo lo que la Seidad Espiritual ha incorporado de la vida anterior. Cuando la Seidad Espiritual acoge en sí algo que puede fructificar, se compenetra de Espíritu Vital. Como el cuerpo vital repite la forma dentro de la especie, así el Espíritu Vital, da al alma existencia individual en las vidas consecutivas". Steiner. 

A


RA-LA SENDA DE BARAKA-RE


ARA-N-DANOS


PUEDO VER, PUEDO VER LA CASA DEL SOL 



viernes, 26 de junio de 2015

Seres conscientes y cruza el Amor como un puente


Probablemente, el más importante trabajo de realización interna que cualquier persona puede realizar libre, voluntaria y conscientemente, es el de lograr la construcción del puente de luz o de continuidad de conciencia que une su parte humana, con su parte divina.

Desde finales del siglo diecinueve aparece en occidente la definición de Antakarana, palabra sánscrita, que si bien tiene diferentes interpretaciones según las diferentes escuelas filosóficas, la más divulgada, es la que hace referencia al Sendero o Puente que une a lo Superior (mente espiritual y abstracta) con lo Inferior (mente lógica y analítica).

Es decir, la unión de la parte divina y trascendente del ser humano, con su parte objetiva y personal. Esta unión, sirve de medio de comunicación entre ambos aspectos, haciendo posible la transmisión de cualquier tipo de impresión, ya sea una emoción, deseo o pensamiento, para que puedan ser asimilados o retenidos por la entidad atemporal e imperecedera, del Yo Superior.

La Sabiduría Antigua, dice sobre el Antakarana, que es como:

“Un hilo de luz dorada que une el Alma a la Personalidad, la Mente Superior a la Mente Inferior, estableciendo esa continuidad de conciencia, que establece de forma consciente el Alma con la Mente y el Cerebro del Hombre”.

El estudio, la práctica y la realización consciente del Antakarana, es por tanto, el más importante y sugestivo intento que puede realizar el hombre por acelerar de forma consciente su evolución y expansión de su conciencia, aminorando así el tiempo, que en condiciones normales y de acuerdo a la Ley de la Evolución, tardaría largas edades en conseguir.




La realización del Antakarana marca un hecho crucial en la vida, en la conciencia y en la personalidad del buscador o aspirante a la realización de la Senda.

El logro paulatino de la conexión interna entre sus dos naturalezas, la divina y la humana, hace que se establezca de forma consciente el contacto entre el mundo físico de los efectos de la vida cotidiana, con el mundo de las causas que los producen.

Cuando el hombre, en alguna fase de su existencia, logra esta vinculación de lo personal con lo trascendente, llega a vivir, sentir y hacerse uno con toda la Vida Planetaria.

A través de esta Unicidad, llega a comprender y a saber por propia experiencia el verdadero significado de lo que es en realidad la Fraternidad Universal.

Desde los orígenes de la humanidad, el hombre, ha estado construyendo el Antakarana de forma inconsciente a través de las múltiples experiencias en el plano físico, sobre todo a través de los errores, sacrificios y renuncias en los que se ha visto inmerso, al tener que doblegar y encauzar correctamente las emociones, deseos y sentidos físicos.




Sin darse cuenta ha ido creando y construyendo, paulatinamente, el Sutratma o Puente Interno de Iridiscente Luz, que ha hecho posible el contacto con su propia Alma, con el Alma Universal y con el Alma de todos los Seres.

Cuando el hombre ha alcanzado un cierto grado de integración espiritual, cuando llega a descubrir que es un Espíritu Inmortal, reconoce entonces que sólo por medio de la meditación, puede acelerar el proceso de construcción del Antakarana y por lo tanto de la unión con su Alma.

En el proceso meditativo modela y construye ese Puente de luz, que como el cordón umbilical de un recién nacido, enlaza la Tríada Inferior (mente concreta, cuerpo astral y cuerpo físico-etérico), con la Tríada Superior (atma, buddhi, y manas -mente espiritual y abstracta y mente lógica y analítica), haciendo posible que el hombre despierte así a la Realidad Espiritual.



"Ya sabemos que el puente que estamos construyendo se extiende desde nuestra personalidad (el nivel de conciencia que ahora tenemos) hasta la Tríada Superior, la Mente Abstracta. Estamos eliminando las brechas que separan la mente concreta o inferior de la Mente Superior, la Tríada Espiritual.

En esta segunda mitad del antakarana se elimina la distancia entre la mente concreta y la mente abstracta. Es el hilo de la conciencia el encargado de tejer o de construir el puente hasta la Tríada Espiritual.

También se le denomina la ciencia de la visión, porque así como la primera mitad del puente se construye empleando la sustancia mental, la segunda parte se construye empleando la sustancia de la luz. La Ciencia del Antakarana está relacionada con las energías, pero muy especialmente con la energía manipulada por el individuo y las fuerzas mediante las que él se relaciona con los demás, individual y grupalmente.

Es la Ciencia del triple hilo que existe desde el principio mismo de los tiempos y une al hombre con su origen monádico.

Este reconocimiento y el empleo consciente de este hilo como Sendero y como medio de hacer contactos cada vez más amplios, llega relativamente tarde en el proceso evolutivo. Nuestra meta como aspirantes o discípulos es llegar a percibir y utilizar correctamente esta energía, tanto en el autodesarrollo, como en el servicio al Plan.

Así la ciencia del Antakarana se refiere a la energía entrante y a su proceso de utilización, trasformación y fusión. También implica las energías salientes y su relación con el medio ambiente, constituyendo la base de la ciencia de los centros de fuerza. Por tanto, es el hilo de la conciencia el agente constructor del Antakarana". (A.Baley)





Lo que existe en la base creadora del genio
no es una gran inteligencia ni mucha imaginación
Ni si quiera las dos a la vez.
¡Amor! ¡Amor! ¡Amor! He ahí el alma del genio.

Wolfgang Amadeus Mozart.


ღ•❥*⁀`•.¸¸.*La Senda de Barakaღ•❥*⁀`•.¸¸.*


jueves, 25 de junio de 2015

El Mapa no es el Territorio




"Si es para transformar... comienza contigo mism@.

Si es para hablar... que sea para bendecir...

Si es para sentir... por favor que sea con el alma.

Si es para vivir... que sea en unión.

Si es para aproximarnos a alguien...

por favor, por favor....que sea sin máscara, 

cara a cara, sin ego."

Giovanna Stadnicki


Espíritu alimento eterno, arde y no se consume.





"En el alma resplandece el yo, que recibe su contenido del espíritu, resultando así el vehículo del hombre espiritual. Por este hecho el hombre tiene parte en los “tres mundos” (el mundo físico, el mundo anímico y el Mundo Espiritual). Por medio del cuerpo físico, del etérico y del anímico, está
enraizado en el mundo físico y mediante la Seidad Espiritual, el Espíritu Vital y el Hombre-Espíritu se eleva floreciendo en el Mundo Espiritual. Pero el tronco que tiene las raíces en una parte y florece en otras, es el alma misma".


Entre el cuerpo y el espíritu, vive el alma. Las impresiones que le llegan por intermedio del cuerpo son pasajeras; existen sólo mientras el cuerpo abre sus órganos a las cosas del mundo exterior. 

Nuestros ojos perciben el color de la rosa sólo mientras ella está presente, y mientras el mismo ojo la contempla.

Es necesario, entonces, la presencia tanto del objeto en el mundo exterior, como la del órgano corpóreo, para que una impresión, una sensación o una percepción pueda producirse. En cambio, aquello que es reconocido en nuestro espíritu como verdad con respecto a la rosa, no es fugaz ni
momentáneo, y también en cuanto a su verdad, no depende absolutamente de nosotros, desde que sería igualmente verdad aunque no nos hubiésemos encontrado jamás ante la rosa. 




Aquello que reconocemos por medio del espíritu, se basa en un elemento de la vida anímica, por medio del cual el alma se relaciona con un contenido del mundo que se manifiesta en ella, independientemente de las bases transitorias del cuerpo. No importa si lo que se manifiesta es por sí mismo imperecedero en todos sus aspectos; lo que importa es que la manifestación se verifique en el alma, de manera que al verificarse, no entre en consideración la base corpórea transitoria de ésta, pero sí lo que en ella es independiente de este elemento perecedero.

El elemento permanente en el alma, entra en observación, desde el momento en que percibe que ésta tiene experiencias que no están limitadas por su parte perecedera. No importa tampoco si estas experiencias resultan desde el principio, conscientes por medio de funciones transitorias de la organización corpórea, sino que se trata que contengan algo que, aunque vive en el alma es, en su verdad, independiente de los procesos transitorios de la percepción. 

El alma, al hallarse en el medio, entre el cuerpo y el espíritu, está colocada entre lo transitorio y lo perdurable, pero es también la mediadora entre lo presente y lo perdurable, porque conserva lo presente para tener el recuerdo. 

Con esto, libra a lo momentáneo de su fugacidad y lo acoge en lo perdurable de su espíritu. Le da también un sello de perdurabilidad a las cosas fugaces, desde que, en su vida, el alma no se abandona únicamente a los estímulos pasajeros sino que determina por sí misma las cosas, y en éstas, incorpora su propia naturaleza, por medio de las acciones que lleva a cabo. Mediante la memoria.

El alma conserva lo que era ayer, mediante la acción prepara lo que será mañana. Nuestra alma debería percibir siempre de nuevo el color rojo de la rosa, para tenerlo presente si no lo retuviéramos por medio de la memoria. Lo que permanece después de una impresión externa, lo que puede ser retenido por el alma, puede, independientemente de las impresiones exteriores, hacerse nuevamente representación.

Mediante esta facultad, el alma hace del mundo exterior un mundo suyo interior, de manera que puede retenerlo, por medio de la memoria, para el recuerdo, e independientemente de las expresiones recibidas, vivir con él una vida interior propia. Así, la vida anímica resulta el efecto duradero de las impresiones transitorias del mundo exterior.

Pero también la acción adquiere perpetuidad después que ha sido impresa en el mundo exterior. Si cortamos la rama de un árbol, ha ocurrido algo mediante nuestra alma que cambia el curso de los acontecimientos en el mundo exterior. 

Aquella rama de árbol hubiera tenido un porvenir bien diferente si no hubiera intervenido nuestra acción; hemos dado origen, por tanto, a una serie de efectos que no se hubieran producido sin nuestra existencia. Lo que hemos hecho hoy permanece para mañana y se convierte en duradero mediante nuestra acción, de la misma manera que nuestras impresiones de ayer se han vuelto duraderas para nuestra alma por medio de la memoria.

De esta durabilidad adquirida por medio de la acción, la conciencia habitual no se forma una representación, del mismo modo como la que tiene por medio de la memoria, o sea, la perpetuidad de una experiencia basada sobre la percepción. Pero el yo del hombre, ¿No se encuentra acaso vinculado
con las modificaciones que se verificaron en el mundo por medio de la acción, del mismo modo como lo está con el recuerdo resultante de una experiencia?.

El yo juzga distintamente de las nuevas impresiones, según que tenga o no éste o aquel recuerdo. Pero, en su calidad de yo, ha entrado también en otra relación con el mundo según que haya o no llevado a cabo ésta u otra acción.

La existencia o la no existencia de alguna relación del mundo con mi yo, depende del hecho de que por medio de una acción nuestra, hayamos o no producido una impresión sobre otra persona. Después de haber producido una impresión sobre el ambiente, somos seres distintos en nuestras relaciones con el mundo. 

La razón de lo que se alude aquí, no se observa de la misma manera como se observan las modificaciones del yo, resultantes de la adquisición de un recuerdo; se explica porque el recuerdo, apenas formado, se une con la vida anímica que siempre hemos experimentado como propia nuestra, mientras que, el efecto exterior de la acción, liberada de esta vida anímica, se desenvuelve y tiene consecuencias, que son diferentes de lo que de ella queda en el recuerdo. 

Sin embargo, prescindiendo de esto, es necesario admitir que, después de toda acción cumplida, queda en el mundo algo cuya característica le ha sido impresa por el yo.

Si se reflexiona verdaderamente sobre el asunto de que tratamos, se llegará a la pregunta: ¿No podría ser que las consecuencias de una acción cumplida, a cuya naturaleza se le ha dado la impronta del yo, tenga una tendencia a volver hacia el yo, lo mismo que una impresión conservada en la memoria tiende a reproducirse cuando se presenta la relativa causa externa?

Lo que se conserva en la memoria espera que se presente tal causa. Pero ¿No podría ocurrir que lo que se conserva con el carácter del yo en el mundo exterior, espere también, para volver desde afuera al alma, lo mismo como el recuerdo se presenta desde el interior a esta alma, cuando la provoca una determinada causa?. Aquí planteamos el problema sólo en forma de interrogación porque, ciertamente, podría ser que no se presentase jamás la circunstancia, por la cual, aquellas consecuencias de una acción que ya tienen el carácter del yo, puedan encontrar al alma humana. 

Pero que existan como tales y que, por su existencia, determinen la relación del mundo con el yo, se
hace evidente en seguida como una idea posible, con tal que se siga atentamente con el pensamiento lo que hay en el asunto. 

(...) ¿Qué es lo que evoca en nuestra alma la imagen de ayer? Es la misma entidad, dentro de nosotros, que estaba presente en nuestra experiencia de ayer, y que presencia también ésta de hoy: es aquella que antes hemos llamado alma. 

Sin esta fiel conservadora del pasado toda impresión exterior resultaría siempre nueva para el hombre. Es verdad que el alma imprime en el cuerpo, como un signo, el proceso por medio del cual los sucesos se vuelven recuerdos, pero es precisamente el alma, que debe hacerse esta impronta y, después, percibir su propia impresión, como percibe algo del mundo exterior. 

De esta manera ella es la conservadora del recuerdo. Como conservadora del pasado, el alma recoge continuamente tesoros para el espíritu. Que sepamos distinguir lo verdadero de lo falso, se debe a que, como hombres, somos seres pensantes, capaces de adueñarnos de la verdad por el espíritu. La verdad es eterna y se nos podrá revelar siempre de nuevo en los objetos, aunque nos olvidemos totalmente del pasado, y cada impresión nos resultase nueva. Pero el espíritu, en nuestra interioridad, no se limita a las impresiones del momento, el alma extiende su horizonte al pasado y cuanto más de él pueda el alma llevar al espíritu, tanto más lo enriquece.


Así pues, él alma transmite al espíritu lo que ella ha recibido del cuerpo. 



El espíritu del hombre, por esto, en todo instante de la vida, lleva dos cosas dentro de sí: 

primero, las leyes eternas de lo Verdadero y de lo Bueno; 
segundo, el recuerdo de las experiencias del pasado. 


Toda acción suya se cumple bajo la influencia de estos dos factores. 
Si queremos comprender el espíritu de un hombre, debemos saber dos cosas de él: 

cuánto le haya sido revelado por el Eterno 
y cuántos tesoros del pasado han sido acumulados en él. 


Estos tesoros, sin embargo, no permanecen en el espíritu sin alteración. Las impresiones que el hombre adquiere de sus experiencias, se desvanecen gradualmente de la memoria, pero sus frutos no perecen. 

Nadie recuerda todas las experiencias por que pasó durante la infancia, cuando aprendía el arte de leer y de escribir, pero nadie sabría leer ni escribir si no hubiera tenido aquellas experiencias y si no hubieran quedado conservados los frutos en forma de capacidades. 

Y ésta es, precisamente, la transformación que el espíritu efectúa sobre los tesoros de la memoria; abandona a su suerte a lo que conduce a las imágenes de cada experiencia, extrayendo sólo la fuerza para aumentar las aptitudes.

De esta manera, no pasa ninguna experiencia sin ser utilizada: el alma la conserva como recuerdo y el espíritu se apropia lo que puede enriquecer sus facultades y el contenido de su vida. 

El espíritu humano crece por las experiencias asimiladas. Si las experiencias pasadas no se encuentran acumuladas en el espíritu como en un depósito, se encuentran, en cambio, los efectos en las capacidades que el hombre ha adquirido.

(...) como el género o la especie, en el sentido físico, puede ser comprendido si se lo considera como resultado de la herencia, así también, el ser espiritual puede comprenderse solamente admitiendo una análoga herencia espiritual. 

Hemos recibido nuestra forma humana física como herencia de nuestros antepasados humanos, pero ¿De dónde proviene lo que se exterioriza en nuestra biografía personal?. Como hombre físico, se repite en nosotros la forma de nuestros antepasados, pero, ¿Qué cosa se repite como hombre espiritual?.

Quien quisiera sostener que el contenido particular de nuestra biografía no necesita de ulteriores explicaciones, y debe ser aceptado sin más ni más, podría, con igual derecho, sostener que ha visto en cualquier parte un montón de tierra, de la cual las masas se coordinaban por sí mismas hasta formar un hombre viviente.

Como hombres físicos, procedemos de otros hombres físicos, desde que tenemos la forma de toda la especie humana; los caracteres de la especie pudieron, por tanto, ser adquiridos dentro de la especie misma, por herencia. 

Como hombre espiritual cada uno tiene su forma propia, como tiene su propia biografía. Por tanto, esta forma no la hemos adquirido de otro, sino cada uno de sí mismo. Y como no hemos venido al mundo con tendencias espirituales indefinidas, sino con disposiciones espirituales bien definidas, que determinaron el camino de nuestra vida, como se expresa precisamente en nuestra biografía, nuestro trabajo sobre nosotros mismos no puede haber sido iniciado con nuestro nacimiento. 

Como hombre espiritual, debemos haber existido antes del nacimiento. En nuestros antepasados, no hemos existido ciertamente, porque ellos, como hombres espirituales, son diferentes de nosotros; nuestra biografía no se explica por la de ellos. Más bien, como seres espirituales, debemos ser la repetición de individualidades de cuyas biografías resulte comprensible la nuestra. 

Otra posibilidad que se podría admitir, antes de proseguir, sería ésta: que este algo evolucionado que es el contenido de nuestra biografía se lo debemos solamente a una vida espiritual anterior al nacimiento, anterior a la concepción. 

Esta idea, sin embargo, estaría justificada sólo cuando se quisiera admitir que la influencia del ambiente circundante que actúa sobre el alma humana, en el mundo físico, sea de igual género a lo que el alma obtiene de un modo, únicamente, espiritual. Semejante admisión es contradictoria a la observación realmente exacta. Porque lo que de este ambiente físico circundante ejerce una acción determinante sobre el alma humana, es tal que actúa como algo posteriormente experimentado en la vida física, sobre algo experimentado anteriormente de modo igual. 

Para observar exactamente estas relaciones, es necesario adquirir la capacidad de ver cómo existen en la vida del hombre impresiones activas, que ejercen tales acciones sobre disposiciones del alma, como el encontrarse ante una acción que ha de cumplirse respecto a lo que en la vida física ya se ha practicado; sólo que tales impresiones no encuentran, precisamente, algo ya practicado en esta vida inmediata, aunque sí disposiciones anímicas que son influenciables de igual modo, como lo son las capacidades adquiridas por medio de la práctica. 

Quien penetre con la mirada en estas cosas, adquiere la idea de vidas terrestres que deben haber precedido a la vida actual. No puede limitarse a pensar en simples experiencias espirituales que hayan precedido esta vida terrestre. 

(...) De la misma manera como en el mundo físico, cada cuerpo humano es construido como una entidad independiente, así también, se forma el cuerpo espiritual en el Mundo Espiritual.

En este mundo existe para el hombre un “fuera” y un “dentro”, lo mismo que en el mundo físico, y como el hombre recoge del ambiente físico las materias y las elabora dentro del cuerpo físico, así también acoge del mundo externo espiritual, la espiritualidad y se la apropia.

Lo espiritual es el alimento eterno del hombre. Como éste nace del mundo físico, así nace también del espíritu por virtud de las leyes eternas de lo Verdadero y de lo Bueno. Está separado del Mundo Espiritual que lo circunda, como está separado, como un ser independiente, de la totalidad del mundo físico.

A este ser espiritual independiente, lo llamaremos Hombre-Espíritu. Si examinamos el cuerpo físico del hombre, encontramos las mismas materias y fuerzas que se hallan fuera de él, en el resto del inundo físico. Así también en el Hombre-Espíritu; dentro de él palpitan los elementos del Mundo Espiritual exterior. En él son activas las fuerzas del Mundo Espiritual. Como un ser viviente y sensiente está encerrado en una piel física, igualmente ocurre en el Mundo Espiritual.

La “piel espiritual” que separa al Hombre-Espíritu del mundo de la unidad espiritual, lo hace en este Mundo Espiritual un ser espiritual independiente, que vive en sí mismo y que percibe intuitivamente el contenido espiritual del mundo. Esta “piel espiritual” será llamada Involucro Espiritual (Involucro Aurico). Es indispensable tener presente que esta “piel espiritual” se va extendiendo continuamente con el progreso de la evolución humana, de manera que individualidad espiritual de un hombre (su Involucro Aurico) es susceptible de crecimiento ilimitado.

El Hombre-Espíritu vive dentro de este involucro espiritual construido por la fuerza vital espiritual, lo mismo que el cuerpo físico es construido por la fuerza vital física. En la misma forma como se habla de un cuerpo etérico, se debe hablar también de un espíritu etérico con respecto al Hombre-Espíritu. Este espíritu etérico será llamado Espíritu Vital.

La entidad espiritual del hombre se divide, por tanto, en tres partes: Hombre Espíritu, Espíritu Vital y Seidad Espiritual. Para el clarividente, en el mundo espiritual, esta entidad espiritual del hombre, es una realidad perceptible, como parte superior verdaderamente espiritual del Aura. Ve dentro del involucro espiritual, al hombre espiritual como Espíritu Vital, y ve, también, como este Espíritu Vital va creciendo continuamente, mediante la absorción de alimento espiritual del mundo espiritual exterior. Además, percibe cómo, después de esa absorción, el involucro espiritual se va ensanchando y, cómo el hombre espiritual resulta cada vez más grande. Considerado desde el punto de vista del “espacio”, este “engrandecimiento” es naturalmente, sólo una imagen de la realidad.

A pesar de esto, en la representación de esta imagen, el alma humana es dirigida hacia la correspondiente Realidad Espiritual. La diferencia entre la entidad espiritual del hombre y la entidad física, consiste, precisamente, en que esta última tiene una extensión limitada, mientras que la primera, puede crecer infinitamente; porque lo que absorbe de alimento espiritual tiene un valor eterno.

El aura humana aparece, entonces, compuesta de dos partes que se interpenetran, de las cuales una está formada y coloreada por la vida física del hombre, y, la otra, por su existencia espiritual. El yo señala la separación entre las dos, de tal modo, que lo físico sacrifica sus propiedades para construir un cuerpo capaz de albergar un alma, mientras que, de un modo similar, el yo se dispone a que el espíritu se desenvuelva dentro de sí, el que a su vez compenetra al alma y le da la meta en el Mundo Espiritual.

Mediante el cuerpo, el alma está contenida en el mundo físico, en tanto que, por medio del hombre espiritual, le crecen alas para remontarse en el Mundo Espiritual.

(...) Como la forma física humana es siempre una repetición, una reencarnación de la esencia de la especie humana, igualmente el hombre espiritual debe ser el renacimiento del mismo hombre espiritual, porque como hombre espiritual, cada uno es su propia especie.

Se podrá objetar que todo lo expuesto no son más que razonamientos especulativos y se podrán pedir pruebas exteriores, como estamos habituados a tenerlas en las ciencias naturales. A esto se debe replicar que la reencarnación del hombre espiritual es un proceso que no pertenece al campo de los hechos físicos externos, sino que se efectúa enteramente en el campo espiritual, y a esto ninguna de nuestras facultades ordinarias tiene acceso, exceptuando el pensamiento. Quien no quiera tener confianza en la fuerza del pensamiento, no podrá instruirse respecto de los hechos espirituales superiores. Para quien ha abierto los ojos espirituales, los razonamientos enunciados tienen la misma fuerza persuasiva que un acontecimiento que tuviera lugar ante sus ojos físicos. 

Quien atribuye a una de esas pruebas, construidas de acuerdo al método de la investigación científica natural corriente, mayor fuerza persuasiva que a las explicaciones dadas más arriba, en torno al significado de la biografía, podrá ser un gran científico, en el sentido corriente de la palabra, pero estará muy lejos del camino de la investigación espiritual. 

Uno de los prejuicios más arraigados es el de querer explicar las cualidades espirituales de una persona mediante la herencia de parte del padre, de la madre o de otros antepasados. Será difícil convencer, por medio de razonamientos, a quien tenga el preconcepto de que Goethe por ejemplo, haya heredado del padre y de la madre lo que era su verdadero ser: no será muy accesible a las razones desde que en él se halla una profunda antipatía hacia la observación libre de prejuicios. 

La sugestión materialista le impide ver en su verdadera luz la relación entre una y otra cosa. En todo lo que ha sido expuesto se han dado las bases para continuar la observación en la entidad humana, más allá del nacimiento y de la muerte. 

Dentro de los límites trazados entre el nacimiento y la muerte, él hombre pertenece a los tres mundos: de la corporeidad, del alma y del espíritu. El alma constituye el eslabón entre el cuerpo y el espíritu, compenetrando al tercer principio del cuerpo humano, esto es, el cuerpo anímico, con la capacidad de sensaciones y compenetrando como alma consciente el primer principio del espíritu, la Seidad Espiritual. 

Por esto, durante la vida, el alma toma parte tanto en el cuerpo como en el espíritu, y tal participación se expresa en toda su existencia. 

De la organización del cuerpo anímico depende el modo en que el alma sensiente puede desenvolver sus facultades; y por otra parte, depende de la vida del alma consciente hasta qué punto la Seidad Espiritual se desarrollará dentro de ella. El alma sensiente manifestará relaciones tanto más perfectas con el mundo exterior, cuanto más el cuerpo anímico se haya perfeccionado, y la Seidad Espiritual resultará tanto más rica y potente, cuanto más alimento reciba del alma consciente.




Ya se ha demostrado que, durante la vida, tal alimento es procurado a la Seidad Espiritual, por medio de las experiencias asimiladas y de los frutos de las mismas; puesto que esta recíproca influencia entre el alma y el espíritu, sólo puede efectuarse naturalmente ahí donde el alma y el espíritu se encuentran juntos, se interpenetran, es decir, en la unión de la Seidad Espiritual con el alma consciente.



miércoles, 24 de junio de 2015

La Verdad es una Tierra sin Caminos.



...8...6:9
"Sólo quien ama vuela". 




Amar ... Pero, ¿quién ama? 
Volar ... Pero, ¿quién vuela? 



6:9....8
Zay-yá Baiku


lunes, 22 de junio de 2015

Huellas: Señas de identidad.






El Antahkarana se construye con energía mental, o sustancia sutil, y se compone de tres hilos o «líneas de transmisión»:

El sutratma, el hilo de la conciencia o hilo del Alma, y el hilo creativo.El sutratma es también conocido como el hilo de la vida, está anclado en el corazón y se retira cuando el cuerpo físico muere. El hilo de la conciencia está anclado en el cerebro físico y permite el flujo de la conciencia entre el Alma y la personalidad.

El hilo creativo se teje a través de nuestras respuestas a las experiencias de la vida y también se le conoce como «El Sendero».

«El Antahkarana es el resultado del esfuerzo conjunto del Alma y de la personalidad, trabajando conscientemente al unísono para crear dicho puente. Una vez construido se establece una perfecta relación entre la mónada y su expresión en el plano físico»

(Los Rayos y la Iniciaciones, pág. 454 -455 ed. inglés).





"(...) porque si logras encenderle...
Sabrás que todo es pulsátil, 
que todo late… 

Si buscas el yo, 
acabarás topándote con la ausencia de yo:
lo transformador es sentir el Ser. 

Si eso sucede, tendrás días peores o mejores…
pero recordarás el sabor del Ser...





Y ese 'saber-sabor' tu guía y señal...
tu guiño y señal (...)"

Claudio Naranjo






ღ•❥*⁀`•.¸¸.* BarakaakaraBღ•❥*⁀`•.¸¸.*





sábado, 20 de junio de 2015

Del liberador poder de danzar y girar



"(...)imagino que mis vueltas 
hacen nacer mundos".


"Y el Alma descendió al principio. Fuego, aire, tierra y agua amasaban un reino donde musas, devas y sueños lunares daban forma en una mujer al más sagrado movimiento del principio femenino.

Como Eurínome eligióse un 18 de junio para comenzar el giro por los espacios-tiempos de la existencia.




Sabía de la danza de las aves, de los profundos océanos de las sirenas, de las colmenas y santuarios de la tierra, porque dual se entregaba a la fricción de la propia experiencia, porque más allá del verbo ELLA ya era.

Danzó sobre sus mundos y parióse en un latido ancestral que gozó de su caos primordial sumido en un nacimiento imparable. Separó las luces de las sombras, las noches de los días, los mares de cielos, y en aquel re-nacerse imParable se procuró un reino capaz de resurgir en cada instante, capaz de soñarse y reinventarse, capaz de sostenerse y sostener.

Libre y eterna el alma acariciaba átomos y moléculas, gestando paisajes entre las estrellas que organizaban mundos y destinos, ríos, montañas, miradas, bocas,pieles, árboles y caminos...Amores donde contenerse, cuerpos donde estallar, versos donde mirarse, sentimientos donde estremecerse y buscar...

Y así el Alma descendió al principio y con la más bella sinfonía sideral, el amanecer y el ocaso la besaron...y del barro sagrado de los días...Nació para SER".




Regalos de la Senda, Por Anabel.C.H, en el sendero del Mago: Ángeles de Barro. 


En la mitología griega, Eurínome es una oceánide, hija de Océano y Tetis y madre con Zeus de las tres Cárites. Su nombre significa ‘amplio gobierno’. Eurínome, materializada en paloma, pone un huevo del que surge todo lo creado. El primer hombre es Pelasgo, ascendiente de los pelasgos, tribu griega precedente a los helenos.

Boecio y otros autores ofrecen otra versión según la cual fue la esposa de Ofión y reinó con él sobre los titanes antes de los tiempos de Crono. Pero cuando éste se alzó contra su padre, Eurínome fue vencida por Rea y arrojada al Tártaro o al fondo del mar. Algunos autores la hacen también con Zeus, madre del río Asopo.

Cuando Hefesto fue arrojado del Olimpo por Hera, Eurínome y Tetis lo recogieron en el fondo del mar.


Eurínome es la Diosa Creadora, la Madre de Todas las cosas en el mito pelasgo (los pelasgos eran el pueblo que ocupaba Grecia antes de las invasiones jonias, dorias y aqueas) de la creación.

Posteriormente pasó a la mitología griega clásica como una de las Oceánides (hijas del dios Océano y la titánide Tetis).

Sin embargo su nombre significa "amplio gobierno", por lo que su etimología apoyaría la afirmación de que era la Diosa Madre para los pelasgos.

Eurínome habría sido la creadora de la serpiente Ofión, (Όφίων, ‘serpiente’) hasta que ésta la ofendió pretendiendo ser el creador de todas las cosas y ella lo arrojó a las oscuras cavernas situadas bajo la Tierra (lo que luego se llamaría el Tártaro).

Sin embargo, versiones posteriores eliminan el destierro de Ofión por parte de Eurínome y cuentan que ambos reinaban juntos en el Olimpo hasta que fueron desterrados por Rea y Cronos.

Esta última versión habría sido bastante popular en la poesía órfica:

"Cantaba cómo la tierra, el cielo y el mar, una vez mezclados en una única forma, fueron separados unos de otros tras una disputa mortal, y cómo las estrellas y la luna y los caminos del sol no mantuvieron su lugar fijo en el cielo, y cómo las montañas se elevaron, y cómo los estrepitosos ríos con sus ninfas fueron creados, con todos los seres vivos. Y cantaba cómo en primer lugar Ofión y Eurínome, hija de Océano, tuvieron el dominio del nevado Olimpo, cómo por la fuerza cedieron su lugar a Crono y a Rea, y cómo cayeron a las olas de Océano; pero los otros dos gobernaban entonces sobre los benditos titanes, mientras Zeus, todavía niño y con los pensamientos de un niño, moraba en la cueva Dictea, y los Cíclopes nacidos de la tierra aún no le había armado con el rayo, el trueno y el relámpago, pues estas cosas darían fama a Zeus." ("Argonaútica", Apolonio de Rodas)


Licofronte (1191) nos cuenta que Rea era diestra en la lucha y de esta manera habría expulsado a la anterior "reina" del universo, Eurínome.

Eurínome tenía dedicado un templo en Arcadia, abierto solo una vez al año. Posteriormente su culto se fundió con el de Artemisa y con el de las tres Gracias, de las cuales se la hizo madre.

"Los dones de Céres que Triptolemo dió a conocer al poderoso Arcas, reemplazaban la bellota con que se mantenían en otro tiempo los Pelasgos, primeros habitantes de la Arcadia.

Apenas la aurora iluminó con sus primeros rayos el altar de Júpiter que corona el Monte Liceo...


El Monte Liceo era la montaña más alta de la Arcadia, y llevaba el nombre de Monte Sacro, porque Júpiter, según los arcades, había sido criado allí. Había en la cumbre de la montaña un altar, dedicado a aquel dios y desde aquel altar se descubría todo el Peloponeso. Los hombres no podían entrar en el recinto consagrado a Júpiter. Los cuerpos no proyectaban sombra alguna en aquel sitio. Aunque los hiriese el Sol."


(Pausanias in Arcad, cap. XXXVIII, Los viajes del jóven Anacarsis)*




Eurínome o Eurynome, “la universal”, es una Titánide, tal vez la primera. Los Titanes eran seres muy poderosos que precedieron a los dioses griegos del Olimpo. Cuenta la leyenda que en el principio, Eurínome emergió desnuda del caos, y empezó a girar en una danza que separó el mar del cielo y la oscuridad de la luz, poniendo así orden en el caos. Sus giros crearon la Tierra y las estrellas.

Su movimiento generó así mismo un fuerte viento que la diosa magnetizó: enrolló el viento dándole forma de gran serpiente, y lo llamó Ofión. 

Esta serpiente-viento fue su consorte, y ella se transformó en una paloma que puso un huevo cósmico del que nacieron todas las cosas. 




Orgullosa y despectiva, la serpiente se atribuyó posteriormente el mérito de todo, por lo cual Eurínome la desterró a una mazmorra del inframundo, desde dónde alguna vez todavía causa problemas de vez en cuando.



La Libertad dentro del Límite.



"Hoy disfruto del liberador poder de danzar y girar,
imagino que mis vueltas hacen nacer mundos".





ღ•❥*⁀`•.¸¸.* BarakaakaraBღ•❥*⁀`•.¸¸.*






*(Extracto de "Un Prodigio de la divina gracia: oración panegírica en honor del anacoreta director y padre San Francisco de Paula..." Escrito por Agustí Murull)

martes, 9 de junio de 2015

...y cada línea de mis dibujos, poseerán vida propia







El autor de las imágenes del monte Fuji que presentamos fue Katsushika Hokusai, conocido simplemente como Hokusai. Pertenecen a dos series que realizó sobre la montaña sagrada del Japón. 

La fijación que Hokusai sentía por el Fuji se relaciona con las dos principales corrientes espirituales dominantes en el Japón, el budismo y el sintoísmo (religión nativa que incluye la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Algunos kami son locales y son conocidos como espíritus o genios de un lugar en particular, pero otros representan objetos naturales mayores y procesos,como, Amaterasu, la diosa del Sol) para los que el monte Fuji se ha relacionado tradicionalmente con la vida eterna.

Esta relación fue, quizá la que llevó a Hokusai a dedicar una multitud de trabajos a la representación del monte Fuji desde distintos puntos de vista. 

“El viejo loco por la pintura”, como Hokusai se definía, murió a los 89 años, sin haber llegado a cumplir un deseo que mucho tenía que ver con esa inmortalidad a la que aspiraba, y que expresó en el prefacio a la publicación de las“Cien vistas del Monte Fuji: 

“[…] a la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50 había producido un gran número de dibujos, con todo, ninguno tenía un verdadero mérito hasta la edad de 70 años. 
A los 73 finalmente aprendí algo sobre la verdadera forma de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. 

Por lo tanto a la edad de 80 años habré hecho un cierto progreso, a los 90 habré penetrado más en la esencia del arte. A los 100 habré llegado finalmente a un nivel excepcional y a los 110, cada punto y cada línea de mis dibujos, poseerán vida propia […]”.

El sintoísmo, llamado también “el camino de los dioses”, considera los fenómenos naturales como manifestaciones de la divinidad; estas manifestaciones se convierten en kami, unos fenómenos o poderes de la naturaleza que fueron personalizándose hasta adquirir una entidad sobrenatural. Más que de un dios creador, en el sintoísmo se habla de un mediador que comunica los kami terrestres con otras divinidades superiores que viven en el cielo, en vistas a la consecución de un orden a partir de un caos inicial. Esta ordenación se inicia con un proceso físico y una sucesión de dioses, hasta que de ellos nace una pareja que desciende a la tierra y se inicia la ordenación de la misma. Esta función de ordenador y mediador entre la tierra y el cielo fue ejercida durante siglos por el Emperador.

El monte Fuji se considera una montaña sagrada desde el siglo VII, en ella tienen lugar multitud de mitos. 

Su nombre Fujisan, podría traducirse por “deidad del fuego” o “inmortalidad” y la verdad es que esta montaña ha estado tradicionalmente ligada al elixir de la inmortalidad que una princesa llamada Kaguya, hija de la luna, depositó en la cima de la montaña. 

Otra leyenda cuenta que un emperador ordenó destruir la parte superior de la montaña para conseguir el elixir de la inmortalidad, el humo que se escapa a veces por su cima, se explica que procede de la bebida que se está consumiendo. 

Es la morada de los dioses sintoístas como Kunitokotachi, el Señor de la Tierra Eterna, invisible deidad original que surgió en forma de caña del caos del océano primigenio. 

Otra de las deidades que habitan en el Fuji se conoce como Sengen, la diosa del Fuji, o Ko-no-hana-saku-ya-hime (Radiante-floreciente como las flores de los árboles). Su templo está en la cima del monte y se dice que antiguamente estaba en una nube y sus sirvientes invisibles expulsaban a todos los peregrinos de corazón impuro.

Acabamos de referirnos al mito de la princesa Kaguya, la hija de la Luna, que fue quien trajo desde el cielo el elixir de la inmortalidad. Su historia se recoge en el cuento “El cortador de bambúes o Taketori Monogatari, que abarca demasiadas páginas para reproducirlas aquí y que podría resumirse del modo que sigue:


EL CUENTO DEL CORTADOR DE BAMBÚES

Erase una vez un anciano cortador de bambú llamado Taketori no Okina (‘el anciano de las cosechas de bambú’) que mientras paseaba por el bosque en busca de hermosos tallos de bambú con los que ganar su sustento vio que algo brillaba a lo lejos. El anciano empujado por la curiosidad se acercó hasta el fondo del bosque para encontrar un hermoso tallo de bambú hecho enteramente de plata que resplandecía con un extraño resplandor. “Si vendo este tallo en el mercado, pensó, podré retirarme de esta vida tan cansada para mi avanzada edad y ofrecer a mi esposa una vida un poco más holgada y tranquila, sin duda lo llevaré conmigo”.

Pero cual no fue su sorpresa cuando nada más partir en dos el tallo, en su interior apareció una niña del tamaño de un dedo pulgar, envuelta en finos ropajes, que brillaba con un resplandor plateado. El anciano la tomó entre sus manos y la llevó a su casa donde él y su esposa la criaron como a su propia hija, puesto que el destino no les había concedido ninguna descendencia. La llamaron Kaguya-hime (‘la princesa resplandeciente’) pues desprendía aquel extraño y maravilloso fulgor.

Kaguya creció feliz con sus padres adoptivos y nunca le faltó nada, puesto que desde que la niña vivía con los ancianos, cada vez que Taketori cortaba un tallo de bambú, encontraba en su interior monedas de oro. Kaguya creció y se convirtió en una bella muchacha, sin duda, la más hermosa de todo el reino. Al principio sus padres intentaron ocultarla de los ojos de los demás, pero su belleza se hizo tan famosa que pronto miles de pretendientes acudieron para verla.

Finalmente cinco príncipes insistieron de tal modo en pedir la mano de su hermosa hija que Taketori dejó esta decisión en manos de su hija, quien puso a prueba a los cinco, enviándolos a buscar cosas imposibles con la esperanza de desembarazarse de ellos: “En primer lugar, dijo, deseo el cuenco con el cual nuestro señor Buda se dedico a mendigar en sus viajes por la India, en segundo lugar quiero una hermosa rama de oro con joyas de los árboles de la isla de Penglai, como tercera petición quiero el legendario vestido de Rata-fuego de China, el cuarto deseo es que recuperéis la joya de mil colores que pende del cuello de un temible dragón y por último deseo la concha de cauri que nació de las golondrinas”.

Tras estas palabras, los príncipes se repartieron los encargos y partieron en su busca. Sin embargo tres de ellos ni siquiera salieron de su casa e intentaron engañar a la bella Kaguya con sus presentes. Los otros dos no lograron alcanzar sus objetivos, perdiendo casi su vida en la empresa. Kaguya-Hime se sintió muy contenta pues no deseaba abandonar la casa de sus padres adoptivos.

Impresionado por las historias de estos príncipes el propio Emperador de Japón, se interesó por la belleza de la muchacha. Por ello se dirigió a la casa de los ancianos para comprobar si era cierta la leyenda de la bella Kaguya y sucedió que nada más verla quedo prendada de ella hasta el punto de arrodillarse antes su padre para pedirla en matrimonio.

A pesar de que no se sometió a las mismas pruebas que los otros príncipes Kaguya  lo rechazó con tristeza pues el Emperador había conmovido su corazón, por eso le dijo: “Aunque no dudo que vuestro amor sea sincero, jamás podría casarme con vos, pues no pertenezco a este lugar, algún día habré de partir y no quisiera veros sufrir”. A pesar de sus palabras el emperador siguió insistiendo para ablandar el corazón de Kaguya y convertirla en su esposa.

Durante aquél verano, cada vez que Kaguya-Hime contemplaba la luna llena, sus ojos se llenaban de lágrimas y aunque sus padres adoptivos se preocupaban e intentaban averiguar cuál era la causa de su tristeza, ella era incapaz contarles su problema. Hasta que finalmente les confesó que había recibido un mensajero que le había comunicado su origen, el Reino Celestial, y que su vuelta estaba próxima, pues la batalla que allí se había librado y de la que habían querido protegerla, había terminado. 

Por eso, había llegado el momento de regresar al reino de la Luna. se Kaguya también les confesó que ese era el motivo de no aceptar el matrimonio del Emperador y de su tristeza por tener que abandonarlos.

Tras enterarse de la noticia el Emperador puso a todos sus hombres rodeando la casa de Kaguya-Hime para evitar que vinieran a buscarla los emisarios celestiales.  Una noche, todos los guardias quedaron cegados por una extraña luz que resulto ser el cortejo que venía en busca de la muchacha. 


Kaguya-Hime lloró amargamente, pero sabiendo que este era su destino, se preocupó por escribir poemas a sus seres queridos para despedirse y al Emperador, además, le mandó como regalo un cántaro con el elixir de la inmortalidad que habían traído sus criados de la Luna. 

Seguidamente los miembros de la embajada celestial le colocaron sobre los hombros un manto de plumas gracias al cual olvidó la tristeza y el pesar que le producía el separarse de sus seres queridos y partió con su séquito volando hacia la Luna.


Y para finalizar reproducimos el último capítulo del “Cortador de bambúes” que explica el porqué del humo que surge del monte Fuji.

Cuando el emperador leyó el poema de despedida, cayó en una profunda melancolía, perdiendo totalmente las ganas de vivir; buscaba la soledad, rehuía a sus servidores y rechazaba las distracciones que le que le ofrecían para sacarle de tan alarmante estado. La profundidad del amor de la princesa se había desvelado cuando ya era imposible, creyendo que su vida carecía de sentido y abrumado por la pena, el emperador languidecía. Un día, el soberano preguntó a sus sirvientes:

-¿Cuál es el monte de nuestro país que está más cerca del cielo?

-Señor, es el monte Fuji –le contestaron sorprendidos ante una pregunta tan obvia.

-Iremos al monte Fuji y en su fuego quemaré los recuerdos de la princesa Kaguya  que me están consumiendo el corazón.




Efectivamente, viajaron al monte Fuji el emperador y su séquito y allí, en el borde del cráter, arrojó el enamorado el poema y el recipiente con la bebida de la inmortalidad. Ardieron con un humo espeso y oscuro que, poco a poco, se fue convirtiendo en una espiral blanca que subía al cielo.


-Está llegando al país de la princesa Kaguya




Y desde entonces la espiral de humo sube desde el Fuji al cielo.

Luis Caeiro “Cuentos y tradiciones japoneses”

Ubicado en la prefectura de Shizouka, al oeste de Tokio, el monte Fuji es un ícono con el que se reconoce a Japón alrededor del mundo. Su imponente presencia y belleza atemporal han hecho de esta formación volcánica uno de los símbolos más importantes de la cultura japonesa, siendo considerado un lugar de gran espiritualidad y evocación artística al que la mayoría de los japoneses espera asistir por lo menos una vez en su vida.

Dada la altura del volcán y la riqueza del paisaje que lo rodea, la vista del nacimiento del sol desde el monte Fuji es tan especial para los japoneses que le han dado un nombre particular: Goraiko o “llegada de la luz”.

El Goraiko representa un momento de renovación y renacimiento espiritual que se presenta como recompensa al esfuerzo físico y mental de quienes lograron alcanzar la cima de tan alta montaña a tiempo para presenciarlo.


“La única perfección es ascensión, descenso y reposo”
El Mensaje Reencontrado de Louis Cattiaux


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