“Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre”.
Walt Whitman
La música fue compuesta por el compositor peruano Daniel Alomía Robles en 1913 (registrada legalmente en 1933) y la letra, posteriormente, por Julio de La Paz (seudónimo de Julio Baudouin).
La melodía inicialmente de origen Inka y Cultura Peruana, El Cóndor Pasa aparecía en la parte final de la obra. Es una cashua (danza similar al huaino) y fue inspirada en los cantos andinos.
En quechua:
Yaw kuntur llaqtay urqupi tiyaq
maymantam qawamuwachkanki,
kuntur, kuntur
apallaway llaqtanchikman, wasinchikman
chay chiri urqupi, kutiytam munani,
kuntur, kuntur.
Qusqu llaqtapim plazachallanpim
suyaykamullaway,
Machu Piqchupi Wayna Piqchupi
purikunanchikpaq.
En el mundo indígena todo es par o se da por parejas, y lo que se presenta como impar existe sólo en apariencia y transitoriamente.
El Disco Solar de MU, que es también el Disco Solar de los Incas. Éste Disco Solar de los Incas, tiene un Disco correspondiente en los Himalayas.
El Disco Solar de los Incas, es el Disco Maestro para el poder femenino del universo. El Disco Solar que se haya enterrado bajo los Himalayas, es el Disco Maestro para la energía masculina. Estos dos discos son los Discos Maestros y ellos programan a otros diez discos que se encuentran en lo etérico, en la actualidad.
Estas energías también programan toda la puesta al día de la tierra y toda la energía humana que está lista. Ustedes están penetrando en ella y están listos.
La cualidad del HOMBRE es de EMISIÓN,
emite sin parar.
El Hombre por su cualidad de DARLO TODO,
su interior es FEMENINO
por su gran necesidad de RECIBIR.
La cualidad de la MUJER es de RECEPCIÓN,
recibe sin parar.
La Mujer por su cualidad de ABSORBER TODO,
su interior es MASCULINO
por su tremenda necesidad de DAR.
Por eso el YIN y el YANG
llevan cada cual, dentro de sí,
un punto del color del otro,
el NEGRO lleva un punto BLANCO
y el BLANCO lleva un punto NEGRO.
Por eso,
la lucha siempre es conmigo mismo,
buscando mi propia ARMONÍA
y eliminando mis CONFLICTOS
integrando los OPUESTOS complementarios:
FEMENINO y MASCULINO
consiguiendo la UNIDAD.
Así realizaré el milagro de sentir
que TÚ ERES YO MISMO.
Ascensión Belart, Psicóloga terapeuta
En el libro “Qhapaq Kuna, mas allá de la civilización” (J. Lajo, Cusco 2002) hemos explicado que en el mundo andino el origen de todo lo existente es una “Paridad”, es decir en el principio cosmogónico hay dos elementos o esencias diferentes e irreductibles la una de a otra.
Esta paridad se deduce mismamente desde el origen mismo del lenguaje, de los registros idiomáticos del quechua, en palabras como yana y yanan, puri y purin, churi y churin, entre otras.
En el mito de Sachamama y Yacumama. O en el vocablo Pacha, que significa tanto cosmos, como tiempo y espacio.
Un vocablo con un significado más concreto, pero en idioma Puquina. Consiste en la palabra paqas, la cual significa cosmos en términos materiales o exclusivamente en “coordenadas espaciales”, siendo pacha su contraparte, es decir la palabra para definir solamente “tiempo”.
En el Runa Simi, que es idioma usado por millones de nuestros hermanos, existen vocablos para designar conceptos pares. Todo el idioma esta plagado de estas “paridades”, a pesar de la decodificación o cristianización de los idiomas quechua, aymara y puquina.
El ejemplo más bello del idioma quechua, pero también el más aleccionador, para mencionar o expresar las dos esencias de todo lo existente, son los vocablos YANA y YANAN. Al parecer tales vocablos y su conjunción se salvaron de ser modificados, traficados o profanados, por la misma fuerza de sus contenidos y su uso irremplazable o insustituible.
El Yanan-Tinkuy o la Complementariedad Proporcional.
El primero, YANA, como adjetivo significa “negro, oscuro, u oscuro fuerte” (Lira, 1982)1, pero tiene otro significado como sustantivo, a saber: “mujer que es pretendida por un hombre, o viceversa” y por extensión “persona que está bajo la absoluta dependencia de otra, o que está bajo la dominación de alguno”.
Es decir Yana significa: “templado”, “enamorado”, “cautivo de amor”, sea varón o mujer; y es que en nuestra cultura sólo puede existir esta esclavitud, “voluntaria”, forzosa, irrenunciable; o como añade Lira: “Wáylla t’ika yanas-challay”, que significa: “mi negrita linda, flor de la pradera”.
Y aquí esta lo “mágico” del runa simi y lo poético de nuestra cultura.
YANAN significa, según el mismo diccionario: “sustancia, esencia, extracto puro, flor de la harina”.
Es decir, lo complementario de YANA, es YANAN, que significa lo “blanco-puro”, el significado opuesto a “la otra sustancia” que es lo negro, algo correspondiente pero opuesto proporcionalmente a YANA.
Todo lo anterior, se ratifica con el significado sorprendente de YANANTIN y que es, también en el Diccionario de Jorge Lira:
“ambos amantes juntos, el amante con su amada o viceversa”, dado que tiene añadido el aglutinante o sufijo TIN.
De aquí también surge el verbo YANAPAY, que significa:
“Cooperación recíproca, acción de ayudar o trabajar con otro y a sus órdenes” (Lira, 1983).
Es decir, complementando y proporcionando trabajo.
Se aplica la misma “lógica andina” para el juego binario de los templos cuadrados solares y los templos circulares estelares presentes en la arqueología andina, cuyas relaciones de complementariedad y proporcionalidad, están explicadas por el “puente”, “travesaño” o “tranca”, que se establece cuando iniciamos una operación con un elemento común a ambos símbolos geométricos.
Ello es, el diámetro de un círculo que tiene inscrito un cuadrado y cuya diagonal coincide con el referido diámetro, operación geométrica que representa la generación de la cruz cuadrada del Tiwanaku (vulgarizada bajo el nombre de Chakana).
Este será pues nuestro punto de partida para construir un puente entre la filosofía y la geometría “cristalina” del mundo andino.
Y también el desarrollo de la lógica resultante nos permitirá llegar a comprender cada uno de los símbolos de la cultura andina, pues a partir de la misma podremos llegar a “leer” los códigos de la sabiduría ancestral andina. Por ejemplo: esas grandes sierpes o amarus: “Yakumama y Sachamama” de las que nos habla el Amauta Luis E. Valcárcel en su célebre “Etnohistoria del Perú Antiguo” 1967 UNMSM. Según el mito:
“Los tres mundos o Pachas se hallan unidos por estas dos sierpes míticas, dioses del agua y la fecundidad”.
Ello nos aporta una pista magistral para que interpretemos el símbolo del agua (Yaku) como una serpiente sinuosa y ondulante (Chokora) “que da vueltas ampliando su tamaño” refiriéndose a las ondas o círculos concéntricos que aparecen en el agua cuando algo rompe la tranquilidad de su superficie.
Este “símbolo” que nos regala el agua “es” el tiempo y el movimiento, pues nos permite literalmente “ver el tiempo” o más precisamente: la energía del tiempo, que oscila cíclicamente y que se puede sintetizar en una imagen de dos esferas concéntricas: una mínima o epicéntrica que constituye el mundo de abajo o interior (Ukhu Pacha), y otra máxima o periférica, que constituye el mundo de arriba o exterior (Hanan Pacha).
Pero el símbolo de la serpiente o “Chokora” sólo representa al mundo de abajo (Ukhu Pacha), en cambio el mundo de arriba (Hanan Pacha) tiene como símbolo el ave o cóndor y el mundo intermedio (Kay Pacha) esta simbolizado por el felino o puma.
Estos tres animales simbólicos representan la complejidad de la organización política de la confederación Inka.
El diámetro del círculo es el único elemento lineal con el que se puede medir a sí mismo y “parear” exactamente el símbolo, entregándonos el lado de un cuadrado, que es el primer polígono paralelepípedo que circunscribe a nuestro círculo original.
Ahora que ya sabemos que el cuadrado es el otro símbolo, lo cual coincide con la simbología de los templos de la isla de Amantani (en el lago Titicaca) o “Pachatata”, que complementa al templo circular o “Pachamama”, tal como hemos argumentado en el libro ”Qhapaq Ñan, la ruta Inka de sabiduría”.
Con estos elementos ya podemos reconocer el significado de Ch’ekkalluwa o “el camino de la verdad” o de la vida, y su relación con el ángulo de giro del eje de la tierra o “I”, (que según algunos filósofos, es el “Dios” primordial de todas las culturas tradicionales) y que en la cultura del pueblo Puquina es el principio de la vida y de la conciencia, el generador de I-nti, I-nka e I-llapa.
Los seres humanos nos regimos sobretodo por dos grandes ciclos: el día con su noche, y la vida con su muerte.
Constituyen dos ciclos que de nuevo expresan una misma pauta, como si cada vida fuera una espiral y cada muerte su doble espiral, para acabar renaciendo de nuevo en la siguiente vuelta de caracol, así hasta completar una caracola aun mayor: aquella de la condición humana.
Para apreciar mejor las similitudes entre ambos ciclos, debemos estudiar las fases de las que estos se componen. Las fases del ciclo diario son tres:
Vigilia
Soñar
Sueño profundo
La desconexión de los órganos sensoriales físicos y posterior conexión a los astrales no es repentina, sino que se da durante un estado intermedio, llamado hipnagógico. El estado logrado gracias a la desconexión consciente por parte de la mente de los órganos sensoriales corporales recibe en yoga el nombre de pratyahara. Tal estado ayuda a lograr una buena meditación. Sin embargo, la mayoría de nosotros no podemos alcanzarlo de una manera consciente, sino solo cuando el cuerpo cae dormido, como el fruto que no se desprende de la rama hasta que no está maduro. De darse algún sonido de fondo, como por ejemplo una música placentera o una película aburrida, notaremos cómo a medida que cae dormido el cuerpo físico, vamos experimentando una placentera sensación de ir a la deriva. Pero si de repente el sonido se intensifica, despertando de nuevo a nuestro cuerpo, notaremos cómo pasamos del silencio profundo en el que nos encontrábamos en el estado hipnagógico a escuchar el ruido ambiental en toda su intensidad.
Será entonces que pensaremos: «me estaba quedando dormido y ese ruido me despertó de nuevo». Pero si no hay nada que despierte al cuerpo físico, una vez transitado el estado hipnagógico intermedio, nuestra mente acabará por conectarse a los órganos sensoriales del cuerpo astral.
Será entonces cuando nos sumergimos en el segundo estado de la consciencia: el subconsciente.
En dicho estado olvidaremos que hace apenas unos segundos estábamos en el sofá de casa escuchando música o viendo el televisor y entraremos en el mundo onírico de los sueños. En el momento que nos pongamos a soñar, el cuerpo astral se habrá desacoplado completamente del cuerpo físico con la excepción de los ojos, los cuales se moverán dentro de nuestros párpados según la dirección en la que dirijamos la vista en sueños. Es como si no hubiéramos sacado la ropa (cuerpo físico) para quedarnos en ropa interior (cuerpo astral), pero aun lleváramos gafas (ojos físicos).
Constituye la fase llamada R.E.M. palabra que viene de Rapid Eye Movement (‘Movimiento Rápido de los Ojos’).
Dicen que los ojos son el reflejo del alma y, como el alma no está dormida, sino que ella está despierta viviendo en ese mundo de sueños, es normal que los ojos, como reflejo que son, también estén moviéndose a su compás.
El alma es ese conjunto de cuerpos más sutiles que el físico, los cuales incluyen el astral y el mental, entre otros. Son cuerpos menos densos, tan poco densos que no pueden ser percibidos por los órganos sensoriales del cuerpo físico, pero no por ello dejan de poseer una cierta consistencia material.
Es una materia sutil, más sutil que el aire, pero es materia a fin de cuentas. El tercer estado es el de sueño profundo. Allí pasaremos aproximadamente las restantes dos horas que le quedan al día, pero no las pasaremos de un solo golpe sino en tres o cuatro tramos. Son ciclos que nos llevan del REM al sueño profundo, para regresar de nuevo al REM. Cada ciclo dura aproximadamente 90 minutos, y en una noche se suelen completar varios de ellos.
De no alcanzarse el sueño profundo, nos despertamos por la mañana cansados y con los ojos rojos, pues aunque el cuerpo si habrá dormido, la mente se habrá pasado toda la noche en vela, soñando. Y es que la mente también necesita su periodo de reposo, o si no acabaríamos por enloquecer.nos hemos identificado tanto con el cuerpo físico que cuando este se va a dormir tenemos la sensación de que lo que nos pasa a continuación le está pasando a otro yo, y no a aquel que habita el cuerpo físico.
Dejamos de ser el yo del estado consciente para pasar a ser una de nuestras personalidades del estado subconsciente.
De ahí que perdamos la continuidad temporal, y de allí también que todos suframos de múltiple personalidad. Todos somos un poco esquizofrénicos.
Es como cuando viendo una película o leyendo un libro, nos identificamos tanto con el personaje que nos olvidamos de quienes somos en realidad. Pero si no somos el cuerpo ¿significa eso que somos la mente, esa mente que se conectó a los órganos sensoriales del cuerpo astral para vivir la realidad onírica de los sueños? Si preguntáramos a Descartes, él nos diría que sí, dada su famosa frase «pienso, luego existo».
Como resultado de dicha concepción del mundo, en la lengua francesa que arropó a Descartes, se utiliza la misma palabra para decir mente y espíritu. La palabra es esprit.
El principio pensante fue confundido con el existencial, confusión que el pensamiento científico llevó aun más al extremo hasta equiparar el cerebro (manifestación física de la mente) a la mente, para incluso buscar en el cerebro aquella zona en la que reside la consciencia.
La Ciencia estudia el cerebro humano de la misma forma que un científico de finales del siglo XIX estudiaría un ordenador. Lo abre, para analizar su chip bajo un microscopio, intentando así encontrar una explicación no solo al software (mente), sino al hecho de que ese software pueda llegar a hacer lo que hace, sin pensar que el ordenador está siendo manejado a distancia por alguien (consciencia). Ese alguien es otro ser humano, es decir, un ser divino con mente, ya que la palabra humano parece proceder de unir Hu (antiguo nombre de la divinidad) y manas (nombre sánscrito para la mente). Por ello, tampoco somos la mente, pues como el cuerpo físico, ella también se va a dormir.
El problema es que de nuevo, nos hemos identificado tanto con aquello que tampoco somos: la mente, que cuando ésta se queda dormida, el Espíritu, Consciencia o Ser ―aquello que realmente somos― cae en un estado inconscientes. Es como si estuviéramos tan conectados a una maquina de realidad virtual, y a la realidad por ella definida, que cuando nos desconectan de la máquina, caemos inconscientes.
En otras palabras, aquel que observa y siente ―nuestro yo verdadero―, pierde la capacidad de contemplar y sentir, por haberse identificado excesivamente con el instrumento de percepción y análisis: la mente. En cambio, aquellos que viven en el espíritu, ellos experimentan el sueño profundo no como un estado inconsciente de coma sino como estado supraconsciente.
Desde ese estado, observan la totalidad del Cosmos, pues no hay mente que les limite ni cuerpo que les retenga. Desde ese estado supraconsciente ellos contemplan todo el hombrecito-manzana, hasta acabar fundiéndose con la totalidad observada.
La contemplación de esa totalidad constituye el primer nivel de éxtasis místico, llamado savikalpa samadhi por la ciencia del yoga. La fusión con la totalidad constituye el segundo nivel, llamado nirvikalpa samadhi.
Muchas son las tradiciones que buscaron representar aquello que se contempla desde ese primer estado de éxtasis místico.
Algunos ejemplos son el Sri Yantra tántrico, o la chakana andina.
Desde ese estado se observan figuras geométricas diversas, llamadas yantras, emanando de un punto central. Constituyen el sonido adquiriendo forma, las semillas o arquetipos primordiales de la creación en su instante de manifestación. Mientras que el sonido escuchado constituye el tono primordial, aquel que Oriente llama OM, Occidente Amén y el Islam Amin.
Es el sonido de las esferas de los antiguos griegos; la campana amarilla o Huang Chung de la antigua China; el Sawt-e-sarmad de los sufíes; el Ek-Onkar del Sikhismo.
Es el verbo, el logos, el Shabda, el Nada Brahma, el sonido de una sola mano aplaudiendo. Son muchos los nombres con los que intentamos expresar esa palabra divina…
«Y todo eso, ¿qué tiene que ver con la muerte?» Tiene que ver, y mucho, pues al igual que en los fractales, la espiral grande es una réplica de las pequeñas. La única diferencia entre la muerte y el caer dormidos cada noche es que en el caso de la muerte el cuerpo físico no se despierta. El corazón deja de latir; la energía vital nos abandona, y el cordón de plata que une el alma al cuerpo se rompe.
Sin embargo, caiga dormido el cuerpo físico o muera éste, la experiencia es muy similar. Caemos en un estado onírico, visitamos los reinos astrales intermedios, y olvidamos incluso que acabamos de morir.
Y allí nos quedamos por un tiempo, en esos planos intermedios del mundo astral, para a su debido tiempo permanecer también un lugar llamado Cielo, Paraíso, Nirvana o Edén.
Es un lugar en el no-espacio y el no-tiempo, ubicado más allá de los planos mentales. Allí nos recargamos de energía, y nos curamos los traumas, para una vez recuperados del todo, volver a nacer.
Con el nacimiento empieza otra espiral de la vida, y después otra, hasta que eventualmente ya no nazcamos en el cuerpo de un ser humano, sino que lo hagamos como un ser distinto, tal vez un ser planetario, tal vez otra cosa. De ahí, quién sabe, quizás pasemos a ser sistema solar, después galaxia, hasta volver a ser uno con todo el universo.
Cuando cada uno de nosotros regrese al origen, el universo entero habrá vuelto a contraerse, hasta alcanzar el tamaño menor que un átomo, hasta volver a ser singularidad o consciencia no manifestada.
Será entonces, desde ese punto en el no-espacio y ese momento en el no-tiempo, que un nuevo latido tendrá lugar y con él la manifestación de un nuevo universo, un nuevo fractal.
Tal evento tendrá lugar solo cuando todos hayamos alcanzado el estado supraconsciente, todos hayamos recorrido la última espiral y contemplemos el universo desde esa Totalidad. Mientras nuestro nivel de consciencia no haya alcanzado su plenitud, nuestros tránsitos por el Cielo, entre una vida y la siguiente, serán vividos en un estado más o menos inconsciente, de la misma forma que en vida vivíamos el gozo místico como mero sueño profundo.
Pero todos pasamos por el Cielo una temporada antes de volver a nacer, absolutamente todos, y también todos estamos predestinados a alcanzar ese nivel de la consciencia en el que podamos gozar plenamente.
Es así porque todos somos el absoluto contemplándose a sí mismo desde trillones de ojos.Algunas almas, al morir su cuerpo físico, están tan apegadas a lo material que se quedan atrapadas en el estado etéreo. Es un estado de densidad intermedia entre el físico y el astral. Allí vivirán, como fantasmas, observando con anhelo las sombras del mundo físico de la materia, pero sin poder vivir esa realidad tan deseada por carecer de la interfaz adecuada: el cuerpo físico.
Al final, dichas almas acabarán también navegando por los reinos astrales, antes de ascender a ese mundo de arriba, a ese lugar ubicado en el no-espacio y en el no-tiempo, en el que podrán sanar sus traumas antes de volver a nacer de nuevo. Ellas, como cada uno de nosotros, también son ojos del Absoluto danzándole a la vida.
Por ello ¿por qué temerle a la muerte si morimos cada noche y nacemos con cada nuevo amanecer? Mucho mejor es aprender a entrar en el estado de sueño con lucidez, para que esa misma lucidez se mantenga el día en que muramos.
Y aprendiendo a soñar con lucidez, lograremos algún día que el flujo de la conciencia se mantenga ininterrumpido cuando cada noche entremos en el estado del sueño profundo.
Así, al morir, sabremos que nuestro cuerpo físico justo pronunció su último suspiro, para entonces ponernos a buscar la luz, dejarnos inundar por ella y vivir la experiencia celestial del gozo místico sin dejar que caiga en el olvido.
"HAY QUE SABER VIVIR, PARA SOÑAR EN TÍ"
M.M.L.
...buscar la luz, dejarnos inundar por ella y vivir la experiencia celestial del gozo místico sin dejar que caiga en el olvido.
Gracias a las páginas amigas: http://www.mastay.info/2011/11/yanantinkuy-y-chekkalluwa
http://www.monografias.com/trabajos96/cosmovision-inca-breve-glosario-introductorio/cosmovision-inca-breve-glosario-introductorio.shtml