Para construir otro...
Baraka, es una palabra árabe que significa la presencia sutil de Dios, es el efluvio de la divinidad en todas las cosas pero específicamente en algunas cosas más presente, lugares, paisajes, objetos, etc. Cuando entramos en contacto con esas cosas la fuerza de lo eterno nos toca, recibimos esa bendición, ese desbordamiento de la vida que llena el alma y el corazón.
Cada libro sagrado porta esa fuerza, aun cuando no entendamos sus palabras o sus mitos y nos parezca a veces incoherente, las piedras, los animales y sobre todo los animales mágicos de poder, los niños, los ancianos, se dice que hasta los locos podrían también llevar ese desbordamiento. Hay lugares especiales que en el chamanismo son llamados lugares de poder, pero que también en el mundo sufí se consideran portadores de la baraka, ciertas montañas, bosques, lagos, etc.
Se dice también que los talismanes tienen baraka, ciertos números, los solsticios, ciertos objetos especiales, ciertas personas también especiales. No quiere decir que baraka está en algunas cosas y en otras no, sino que en ciertas cosas está más fuerte, más accesible a ser percibida.
Ese desbordamiento de la vida necesita que el hombre esté vacío de prejuicios, de hipótesis, de angustias, en una palabra necesita del silencio para ser captado de la mejor manera. Cuando sientes el corazón, simplemente, sencillamente, aflora baraka con una fuerza tremenda…pero tendemos a huir.
Paralelamente en el chamanismo la palabra asociada a baraka es “poder”, no en el sentido que le damos en general en occidente, acá es un sentido misterioso, profundo, vital, transformador, purificador. De manera que quien accede a baraka y se integra se transforma en el hombre mágico, el hombre de poder.
Aquí está el secreto de porqué se relaciona esto con lo femenino o como diría Lao Tse con “la mística femenina”:
No es posible conseguir baraka a través del esfuerzo,
sino que debes dejarte penetrar por el desbordamiento de la vida.
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