"Cuando el cielo quiere salvar a un hombre, le envía amor" Lao-Tse. Que el amor sea tu única guía, sin mapas, sin dogmas, sin maestros, sólo amando...
Sospecho que hoy empiezo a Ser Canción, si seco un llanto. Y la canción con alma echó a volar y desde entonces los dos, vivieron más despacio, a pesar de su tiempo y de su espacio. Y un día como lluvia, ellos caerán y mojaran todo y su misterio crecerá verde sobre el mundo" Silvio Rodriguez.

miércoles, 6 de julio de 2016

Ni yo misma ni tampoco Otra: Me Abro/Nos Abrimos





LA AUTOESTIMA 
CONDICIÓN INDISPENSABLE PARA EXPRESAR
 NUESTRA PROPIA LUZ.

UN CAMINO CON CORAZÓN,
EL PASO HACIA LA MENTE NATURAL: UN ESTADO DE CONCIENCIA FACILITADO POR LA
METAEXPERIENCIA, DEL QUE SE AMA A SÍ MISMO

AMAR Y SER AMADO TODO ES UNO. 

EN CONEXIÓN CON NUESTROS CENTROS SUPERIORES DE CONCIENCIA, EL SER CONECTADO AL SERVICIO DEL MUNDO, ALINEADO CON SU PROPÓSITO DE VIDA,
SIRVIENDO AL UNO, POR AMOR AL TODO.

"Si no desactivamos los programas de falta de Amor hacia nosotros mismos herencia de la dualidad experimentada por nuestro ego, no podremos brillar como las flores diamantinas, con luz propia" 



"Es el Amor hacia lo que Somos, lo que prende nuestra propia luz" 
La Danza de la Vida - Carlos González.




Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; el invierno de la desesperación, pero también la primavera de la esperanza. 


Isabel Ananda. 


"No hay más puerta de acceso que aquella que te lleva a Tí, 
a la Conciencia de Lo Ilimitado que Tú Eres"




El dzogchen es un sendero de sabiduría completo de principio a fin que no necesita, recurrir a otro tipo de prácticas yóguicas, sútricas o tántricas. 

Lo fundamental en el dzogchen es el reconocimiento del llamado estado natural de la mente y acostumbrarse a dicho reconocimiento en todas circunstancias. No existe más misterio ni otro método. 

Tan sólo la Gran Relajación en lo que es, acompañada de la apertura de corazón que proporciona la devoción y la gracia del Linaje de la Mente.

Sin embargo, hay que saber reconocer el estado natural de la mente.

Para ello, en un principio suele utilizarse la fijación de la mente en la sílaba A, que representa el estado primordial. 


Tras alcanzar la debida estabilidad mental, uno pasa a buscar la conciencia, el sujeto o la mente que está prestando atención a dicha sílaba. 

Tras buscar exhaustivamente suele constatarse que es imposible localizar directamente al yo, la mente o la conciencia que está observando la sílaba A y es esta misma ausencia de localización definitiva la base del trabajo contemplativo. 

El sujeto —o la mente— no puede ser convertido en objeto, y mucho menos en un objeto de concentración.

Lo mismo que atañe al pensador ocurre con cada una de nuestras percepciones, sensaciones y pensamientos. 

¿De dónde vienen los pensamientos? ¿Dónde permanecen? ¿Adónde se dirigen? La respuesta que demos a estas preguntas no puede ser intelectual sino una captación directa desde el Ser que se Experimenta. 

Ése sería el primer paso a dar en el dzogchen, es decir, localizar el lugar de origen, permanencia y desaparición de los pensamientos y también, repitámoslo una vez más, del pensamiento del yo o el pensador.

Después de investigar infatigablemente una y otra vez es imposible localizar de una manera definitiva al pensamiento ni a quien lo busca. 

El yo no está ni dentro ni fuera del cuerpo. Se comienza a comprender entonces que la mente es tan vacía como el espacio del cielo. 

Sin embargo, no se trata, repetimos, de una comprensión intelectual o una cuestión de mera aceptación o de ciega devoción. La investigación de la naturaleza de la mente debe ser tan minuciosa como alguien que tratara de moler un hueso hasta reducirlo al polvo. 

Todas las posibilidades deben ser agotadas. No podemos contentarnos con una respuesta superficial, leída o prestada, sino que debemos obtener una percepción directa de la realidad.

Es necesario investigar hasta determinar completamente y sin lugar a dudas que todos los pensamientos emergen del estado vacío y claro, carente de pensamientos, permanecen en dicho estado y se disuelven en él. 

Una vez que se alcanza dicho reconocimiento, ya no hace falta seguir buscando ni analizando los pensamientos, sino tan sólo permanecer en este reconocimiento. Ya no hay que cambiar nada ni seguir investigando. 

Todo emerge, permanece y desaparece sin obstrucción ni apego en la claridad natural de la mente.

También se aconseja observar el espacio que aparece naturalmente entre los pensamientos. Es de ese espacio de donde surgen todas nuestras experiencias. 

No se trata de forzar esos intervalos o claros mentales que tienen lugar de manera natural. Cuando permitimos que los pensamientos discurran libremente, aparecen naturalmente pausas en el flujo mental. 

Ese estado de vacuidad y no-pensamiento no es el objetivo del dzogchen, sino que constituye lo que se denomina la base de trabajo. 

Una vez hemos constatado la naturaleza vacía y clara de los pensamientos y el pensador, sólo hay que permanecer en dicha comprensión. 

El reconocimiento de dicho estado se conoce en la tradición budista como "reconocimiento del dharmakaya", aunque también se denomina el descubrimiento de la base o de la verdadera naturaleza de la mente. 

Padmasambhava afirma: "Hay que dejar la mente relajada, pura, fresca y libre de focalización, sin tratar de centrarla en algo externo ni concentrarla internamente".

La metaexperiencia del estado natural no es fruto directo de la búsqueda ni del esfuerzo. 

Es absurdo afirmar que uno practica dzogchen. El estado natural, no lo olvidemos, es impracticable, aunque el agotamiento de todos los fenómenos es uno de los medios para propiciar el claro mental imprescindible para su reconocimiento. 

Otro de los medios —no sólo posible sino imprescindible— para que tenga lugar ese claro mental es la devoción. 

El agotamiento de todos los fenómenos está muy relacionado con la entrega y la rendición. 

En palabras del maestro Lopön Tenzin Rinpoche, el dzogchen sin devoción tan sólo es un entretenimiento intelectual. 

Tradicionalmente, la devoción ha ocupado un lugar central en este sistema. No obstante, hay que comprender bien en qué consiste la devoción para que ésta no acabe convirtiéndose en un culto a la personalidad del maestro. De cualquier modo, un camino sin corazón es un camino amputado.

Tampoco podemos que olvidar que, en el dzogchen, el concepto de práctica contemplativa es sensiblemente diferente al del resto de vehículos budistas, por no hablar del tipo de meditación preconizado por otros sistemas espirituales, ya que se insiste en la no-práctica y la no-meditación espontánea o carente de artificios. 

Buddhaguhya:

Las acumulaciones de mérito y de sabiduría,
la quietud mental, la purificación de los hábitos,
no son sino clavos de fijación:
en el espacio primordial no hay nada a lo que aferrarse

¡Por tanto, cualquier artificio es superfluo!

Enderezar la espalda, cruzar las piernas,
todos los métodos físicos artificiales
no denotan sino un profundo apego hacia el propio cuerpo.

¡Sitúa todos los artificios en el espacio sin forma!

La naturaleza de la mente carece de principio u origen;
similar al cielo, no puede ser hallada mediante la búsqueda.

El despertar no-nacido
no se halla supeditado a causas ni condiciones.

Sin embargo, la no-práctica o la no-acción sólo son aplicables a partir del reconocimiento del estado natural de la mente.

En muchas ocasiones las enseñanzas del dzogchen y el mahamudra esencial hablan de la "mente ordinaria", una expresión que se refiere al hecho de no corregir la naturaleza de la meditación ni de buscar ningún estado de conciencia especial. 

Por eso, no es posible identificar la mente ordinaria con la conciencia ignorante. La llamada mente ordinaria es otro de los nombres del estado natural de la mente. 

El maestro Savari sostiene:

Puesto que la mente ordinaria es la simplicidad natural,
no la manipules con elaboraciones conceptuales.
La pura naturaleza de la mente no necesita cambio alguno.
Permite, pues, que la mente permanezca en su estado natural
sin tratar de adherirte a ella ni de trascenderla.

Y Milarepa proclama:


"Habiendo permanecido continuamente en la mente ordinaria
he olvidado la ilusión de la ignorancia".


El rey creador de todos los fenómenos, un tantra-raíz del dzogchen ofrece los siguientes diez puntos, denominados técnicamente las 

"diez ausencias" (med pa cu):

1. No hay visión en la que meditar

2. No hay ningún compromiso (samaya) que respetar

3. No hay una determinada cualidad espiritual que desarrollar

4. No hay mandala que crear

5. No hay ninguna iniciación que recibir

6. No hay sendero que seguir

7. No hay niveles de realización (o bhumis) que recorrer

8. No hay ninguna conducta específica que se deba adoptar o abandonar

9. Desde el sin principio la sabiduría natural permanece libre de obstáculos

10. La perfección espontánea está más allá de la esperanza y el temor.

Está en Tí y el lo que Tú Eres



(...) sospecho que mindfulness es un componente en todas las psicoterapias efectivas.

Algunos elementos comunes tanto en las prácticas de mindfulness como en los tratamientos eficaces en general, son:

1) Aprender a ver que nuestros pensamientos no son la realidad, 

2) Aprender a aceptar, en lugar de resistirnos o rechazar nuestras reacciones emocionales, 

3) Aprender a enfrentar nuestros miedos (exposición), 

4) Aprender a pensar antes de actuar, y 

5) Encontrar formas de conectarnos con otras personas y actividades fuera de nosotros mismos.

Siempre que una terapia efectiva incluya uno de estos componentes, el paciente o cliente estará probablemente experimentando algún elemento de mindfulness.

En la psicología budista, el despertar al anatta, o el NO YO, es fundamental para la libertad psicológica. Apenas un atisbo de anatta en nuestra práctica de mindfulness puede tener importantes consecuencias.

PSICOTERAPIA SIN YO...Siegel (11 de junio 2016 Madrid)



Anatta es "La doctrina de la no-entidad, o del "no-yo" (la palabra pali anattā significa literalmente "no-yo"), es decir, de que no existe ninguna entidad real que pueda uno llamar su "yo". Parte del reconocimiento de la radical impermanencia (anicca) de todo lo que existe. 

La existencia del individuo, como la de todo lo que hay en el mundo, y del mundo mismo, no es más —si bien se mira— que una sucesión ininterrumpida de procesos físicos y mentales (que constituyen los "agregados de apego a la existencia") que cambian y se modifican sin cesar.

Lo desconcertante de la enseñanza de anatta es que, a primera vista, parece contradictoria, inconsistente. ¿Cómo es posible que se niegue la existencia de un "yo" permanente, o un alma, y al mismo tiempo se afirme que la muerte no significa el fin de todo?

Responde el Venerable Walpola Rahula que "... el ser es solamente una combinación de fuerzas o energías físicas y mentales. Eso que llamamos muerte es la detención total del cuerpo. Ahora bien, ¿todas esas fuerzas o energías se detienen juntamente con el no-funcionamiento del cuerpo? El buddhismo dice: "No". 

La voluntad, la volición, el deseo, la sed de existir, de continuar, de devenir cada vez mayor, es una fuerza tremenda que mueve a todas las vidas, a todas las existencias, al mundo entero. Es la fuerza más grande, la energía más poderosa que existe. Según el buddhismo, ésta no se para con la detención del funcionamiento del cuerpo, o sea con la muerte, sino que continúa manifestándose bajo otra forma, produciendo una nueva existencia denominada renacimiento." 

¿Qué renace entonces? “Ni el mismo, ni tampoco otro” responde el Visuddhimagga. 

LA AUTOESTIMA
CONDICIÓN INDISPENSABLE PARA EXPRESAR



 NUESTRA PROPIA LUZ.


Tayata
Om Bekandze Bekandze
Maha Bekandze
Radza Samudgate Soha

Ojalá que los muchos seres sensibles
que están enfermos
sean rápidamente liberados de la enfermedad
y que todas las enfermedades de los seres
no resurjan jamás. Ojalá.

B A R A K A

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