Tú, a quien yo no confío mis largas horas sin sueño;
tú que tan tierna me calmas como una cuna meciéndome.
Tú que tu insomnio me ocultas,
dime si soportaremos
dime si soportaremos
la sed que nos magnifica, sin abandono.
Recuerda que a los amantes la mentira les sorprende
en sus confesiones.
Sola tú formas parte de mi pura soledad.
En todo te transformas: un murmullo
o tu aéreo perfume.
Entre mis brazos:
¡qué abismo que se alimenta de pérdidas!
¡qué abismo que se alimenta de pérdidas!
Mis brazos no te retienen.
Y es por eso justamente que te tengo para siempre.
Rainer María Rilke.
“(...) Ud es el único hombre en el mundo que, lleno de equilibrio y de fuerza,
se yergue en armonía con su obra.
Y esta obra, tan grande, tan justa, para mí se ha vuelto un acontecimiento
del que sólo podré hablar con una voz transida de temor y de homenaje.
se yergue en armonía con su obra.
Y esta obra, tan grande, tan justa, para mí se ha vuelto un acontecimiento
del que sólo podré hablar con una voz transida de temor y de homenaje.
Su obra, tanto como usted, son un ejemplo dado a mi vida,
a mi arte, a todo lo que hay de más puro en el fondo de mi alma.
No fue sólo para escribir un estudio que vine hacia usted.
a mi arte, a todo lo que hay de más puro en el fondo de mi alma.
No fue sólo para escribir un estudio que vine hacia usted.
Llegué para preguntarle, ¿cómo se debe vivir?
Y usted respondió: trabajando.
Lo comprendo.
Bien, comprendo que trabajar es vivir sin morir.”
Bien, comprendo que trabajar es vivir sin morir.”
(Carta a Rodin del 11 de septiembre de 1902)
No hay comentarios:
Publicar un comentario