- Son lesbianas-dijo alguien.
- Están locas-comentó otro.
Las Valquirias ataron un pañuelo a otro hasta formar una especie de cuerda. Después se sentaron en el suelo, en círculo, con los brazos apoyados en las rodillas, sujetando los pañuelos unidos.
Vahalla estaba en el centro, de pie. Siguió llegando gente. Cuando ya se había formado una pequeña multitud, las Valquirias entonaron un salmo.
Junto a los ríos de Babilonia
Nos sentábamos y llorábamos.
De los sauces que hay en medio de ella
Colgábamos nuestras cítaras.
La gente miraba, sin comprender nada. No era la primera vez que aquellas mujeres aparecían en la ciudad. Ya habían estado allí antes, hablando de cosas extrañas, aunque algunas de sus palabras se parecían a las que los pastores decían en televisión.
- Tened coraje. -La voz de Vahalla sonaba alta y firme-.
- Abrid el corazón y escuchad lo que él os dice. Seguid vuestros sueños, porque sólo un hombre que no tiene vergüenza de sí mismo es capaz de manifestar la gloria de Dios.
- El desierto enloquece -comentó una mujer.
- Algunas mujeres se alejaron. Estaban hartas de sermones religiosos.
- No hay más pecado que la falta de amor-continuó Vahalla-. Tened coraje, sed capaces de amar, aunque el amor parezca algo traicionero y terrible. Alegraos en el amor. Alegraos en la victoria. Haced lo que vuestros corazones os manden.
- Es imposible-exclamó alguien entre la multitud-. Tenemos obligaciones que cumplir.
- Vahalla se giró en dirección a la voz. ¡ Lo estaba consiguiendo, la gente prestaba atención¡ A diferencia de cinco años atrás cuando caminaban por el desierto, llegaban a las ciudades y nadie se acercaba.
- Están los hijos. Están el marido y la mujer. Está el dinero que hay que ganar- dijo otra persona.
- Cumplid, pués, vuestras obligaciones. Pero éstas jamás han impedido que nadie siga sus sueños. Recordad que son una manifestación de lo Absoluto, y haced en esta vida sólo cosas que merezcan la pena. Sólo los que se comporten así entenderán las grandes transformaciones que están por venir.
“La Conspiración” pensó Chris mientras escuchaba. Se acordó de la época en la que iba a la plaza a cantar con otros de su iglesia, para salvar a los hombres del pecado. En aquella época no hablaban de la nueva era, hablaban del regreso de Cristo, de los castigos y del infierno. No había una “Conspiración” como ahora.
Caminó entre la multitud, y vio a Paulo. Estaba en un banco, lejos de la aglomeración. Decidió unirse a él.
- ¿Cuánto tiempo estaremos viajando con ellas?-preguntó.
- Hasta que Vahalla me enseñe cómo ver ángeles.
- Pero ya ha pasado casi un mes.
- Ella no puede negarse. Hizo un juramento de la Tradición.
- Y tendrá que cumplirlo.
- “¡Seguid vuestros sueños, y corred vuestros riesgos¡, oía decir a Vahalla.
- ¿Cómo será ese mundo?
- Será sólo de los que entren en el Paraíso-
- El mundo de la “Conspiración”, como tú dices. El mundo de la gente capaz de ver las transformaciones del presente, de la gente con coraje para vivir sus sueños, para escuchar a sus ángeles. Un mundo de todos los que crean en él.
-…
- Durante siglos, lloramos junto a los ríos de Babilonia-continúo Paulo-. Colgamos nuestras cítaras, nos estaba prohibido cantar, fuimos perseguidos, masacrados, pero nunca olvidamos que había una tierra prometida. La Tradición sobrevivió a todo.
- “Hemos aprendido a luchar, nos hemos fortalecido para la lucha. La gente ahora vuelve a hablar del mundo espiritual, lo cual hace pocos años parecía propio de gente ignorante, cómoda y hay un hilo invisible que une a los que están del lado de la luz, como los pañuelos atados de las Valquirias. Y este hilo forma un cordón fuerte, brillante, sujeto por los ángeles, una barandilla que los más sensibles notan y en la que podemos apoyarnos. Porque somos muchos, diseminados por todo el mundo. Movidos por la misma fe.
- Cada día este mundo tiene un nombre- dijo ella-. Nueva Era, Sexta Raza Dorada, Séptimo Rayo, etc.
- Pero es el mismo mundo. Te lo garantizo.
- Chris miró a Vahalla, en medio de la plaza, hablando de ángeles.
- ¿Y por qué ella intenta convencer a los demás?
- No, no lo intenta. Vinimos del Paraíso, nos dispersamos por la Tierra, y ahora Volvemos. Vahalla le pide a esta gente que pague el precio de ese regreso.
- A veces es un precio muy alto.
- Puede ser. Pero hay personas que están dispuestas a pagar. Saben que las palabras de Vahalla son verdaderas, porque les recuerdan algo olvidado. Todos llevan todavía en su alma las memorias y las visiones del Paraiso. Y pueden pasar años sin recordar, hasta que ocurre algo…
- De repente, estas personas recuerdan.
- Esto es lo que Vahalla hace. Recordarles que existe un lugar. Algunos escuchan y otros no. Éstos pasarán por la puerta sin notarlo.
- Pero ella habla de este nuevo mundo.
- Son simplemente palabras. En realidad, ellas han cogido sus cítaras de los sauces y están tocando otra vez, millones de personas, en el mundo entero, cantan nuevamente las alegrías de la Tierra Prometida. Ya nadie está solo.
Oyeron un ruido de caballos. La pieza había acabado.
Paulo comenzó a andar en dirección al coche.
- ¿Por qué nunca me has comentado esto? Preguntó ella.
- Porque ya lo sabías.
Si ella lo sabía. Pero no lo recordó hasta ese momento.
Durante las persecuciones religiosas en Sevilla, cuando todos los que no están de acuerdo con la Iglesia son detenidos y quemados vivos, Cristo vuelve a la Tierra y se mezcla con la multitud. El Gran Inquisidor nota la presencia de Jesús, y lo manda detener.
Por la noche, va a visitar a Jesús a su celda y le pregunta por qué había decidido volver justamente en aquel momento. “Nos estás entorpeciendo-dice el Gran Inquisidor-. Después de todo, tus ideales son muy bonitos, pero somos nosotros los que conseguimos ponerlos en práctica”. Discute con Jesús argumentando que, aunque la Inquisición fuese juzgada severamente en un futuro, era necesaria, y estaba cumpliendo su papel. No merecía la pena seguir hablando de paz, cuando el corazón del hombre estaba en guerra; ni hablar de un mundo mejor, cuando había tanto odio y tanta pobreza en el corazón del hombre. No merecía la pena sacrificarse en nombre de toda la raza humana, porque el hombre todavía sufría sus sentimientos de culpa. “Tú dijiste que todos los hombres eran iguales, que tenían la luz divina en su interior, pero olvidaste que los hombres son inseguros y que necesitan a alguien, necesitan que los orienten. No entorpezcas nuestro trabajo, vete” dice el Gran Inquisidor, haciendo desfilar ante Jesús una serie de argumentos brillantes.
Cuando termina de hablar, hay un silencio muy grande en la celda de la prisión.
Entonces Jesús se acerca al Gran Inquisidor y lo besa el rostro.
“Puede que tengas razón-dice Jesús.
Pero mi amor es más fuerte”
No estamos solos. El mundo se transforma, y nosotros somos parte de esta transformación. Los ángeles nos guían y nos protegen. A pesar de todas las injusticias, a pesar de cosas que no merecemos que nos ocurran, a pesar de sentirnos incapaces de cambiar lo que está mal en nosotros y en el mundo, a pesar de todos los brillantes argumentos del Gran Inquisidor, el amor todavía es más fuerte, y nos ayudará a crecer.
Y sólo entonces seremos capaces de entender estrellas, ángeles y milagros.
"No pinto cosas.
Solo pinto la diferencia entre las cosas."
Henri Matisse
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