ÁGUILA, Ormac, águila, nagual, paloma y vikingo, caballo y lobo. Sólo en el centro, en nuestro propio centro, dónde todo lo llevo, muy adentro, podemos alcanzar la cumbre de la montaña. Y seguir las señales que trae el viento. Vuelve a suceder. El espíritu regresa a dónde pertenece, los guías no nos dejan desviarnos más allá de dónde ahora nos hemos encontrado.
Tras el sueño, puede perderse en la espesura del bosque, pero si regresa a su centro, por la senda del alma, llegará de nuevo a la cima para visionarlo todo, cada vez con una nueva y más amplia perspectiva.
Círculos concéntricos…círculos concéntricos que me atrapan para de nuevo tomar significado el vuelo y expandirse los círculos y la conciencia.
“Acción”, y “balance de realidades de todos los universos dónde habito”, porque una vez que el espíritu conoce de dónde viene, y quién es, sólo debemos dejarnos guiar por el instinto, sin miedo, pues el espíritu vuela libre y hace libre al hombre en su sueño, aún siendo una incógnita el “a dónde va”, sólo tiene que dejarse llevar de regreso a casa y ser fiel siempre a su naturaleza, lo que responde a lo que ES, “Yo Soy Eso”, y al “cómo” irá llegando…haciendo y deshaciendo caminos, desaprendiendo lo aprendido para llegar a lo auténtico.
Del resto se ocupa el Mago del Universo, inabarcable en la majestuosa belleza de su grandeza, como creador de lo que no se ve, ni puede ser explicado, sólo mostrado a los ojos del que quiere ver si es consciente de su ojos, oír si percibe sus oídos, tocar si se posa en lo corpóreo para alcanzar lo etéreo, oler si alcanza lo sutil en un respiro, saber, si se sabe, tal cual se descubrió a sí mismo…No se puede ser más explícito pues el lenguaje del alma es un código que en forma de cualquier arte que se preste, sólo habrá de ser descifrado por aquel que entienda que las claves para hacer el camino son inabarcables y a la vez están contenidas en un soplo de viento.
“…Volvió a prepararlo todo de nuevo para el maestro y después se dispuso a esperarle hasta que se hizo muy tarde. Cuando comprendió que no acudiría se sintió decepcionado, pero lo perdonó de inmediato. Se dijo a sí mismo: «Sabía que no podía esperar que el maestro viniese a esta humilde casa. Me dijo que lo haría, pero algún asunto de mayor importancia lo habrá llevado a cualquier otra parte. No ha venido, pero al menos aceptó la invitación y eso es suficiente para que mi corazón se sienta feliz». Entonces, guardó la comida y el vino y se acostó. Aquella noche soñó que el maestro le hacía una visita. Al verlo, se sintió feliz sin saber que se trataba de un sueño. « ¡Ha venido maestro! Ha mantenido su palabra.» El maestro le contestó: «Sí, estoy aquí, pero estuve aquí antes. Estaba hambriento y me diste de comer. Estaba sediento y me ofreciste vino. Tenía frío y me cubriste con ropas. Todo lo que haces por los demás, lo haces por mí».El hombre se despertó con el corazón rebosante de dicha porque había comprendido la enseñanza del maestro. Lo amaba tanto que había enviado a tres personas para que le transmitiesen la lección más grande: que él vive en el interior de todas las personas. Cuando das de comer al hambriento, de beber al sediento y cubres al que tiene frío, ofreces tu amor al maestro”.
Un tolteca es un artista del amor,
un artista del espíritu,
alguien que, en cada momento,
en cada segundo, crea el más bello arte:
el Arte de Soñar.
La vida no es más que un sueño,
y si somos artistas,
crearemos nuestra vida con amor
y nuestro sueño se convertirá
en una obra maestra de arte.
Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como «mujeres y hombres de conocimiento».
Los antropólogos los han definido como una nación o una raza, pero de hecho, fueron científicos y artistas que crearon una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados.
Establecieron una comunidad de maestros (naguales) y estudiantes en Teotihuacán, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el que «el hombre se convierte en Dios».
A lo largo de los milenios los naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en secreto. La conquista europea, sumada a un agresivo mal uso del poder personal por parte de algunos aprendices, hizo necesario proteger el conocimiento de aquellos que no estaban preparados para utilizarlo con buen juicio o que hubieran podido usarlo mal, intencionadamente, en beneficio propio. Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca se conservó y se transmitió de generación en generación por distintos linajes de naguales, y aunque permaneció oculto en el secreto durante cientos de años, las antiguas profecías vaticinaban que llegaría el día en el que sería necesario devolver la sabiduría a la gente, como ha sucedido ahora con el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del Águila, que ha sido guiado para divulgar estas poderosas enseñanzas.
El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la verdad de la que parten todas las tradiciones esotéricas sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a todos los maestros espirituales que han enseñado en la tierra, y si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como una manera de vivir que se caracteriza por facilitar el acceso a la felicidad y el amor.
"...Todos los seres humanos padecen la misma enfermedad mental. Hasta podríamos decir que este mundo es un hospital mental. Sin embargo, esta enfermedad mental ha estado en el mundo desde hace miles de años. Los libros de medicina, psiquiatría y psicología la describen como un estado normal. La consideran normal, pero yo te digo que no lo es. Cuando el miedo se hace demasiado intenso, la mente racional empieza a fallar y ya no es capaz de soportar todas esas heridas llenas de veneno. Los libros de psicología denominan a este fenómeno enfermedad mental. Lo llamamos esquizofrenia, paranoia, psicosis, pero la verdad es que estas enfermedades aparecen cuando la mente racional está tan asustada y las heridas duelen tanto, que es preferible romper el contacto con el mundo exterior".
“…Los seres humanos vivimos con el miedo continuo a ser heridos y esto da origen a grandes conflictos dondequiera que vayamos. La manera de relacionarnos los unos con los otros provoca tanto dolor emocional que, sin ninguna razón aparente, nos enfadamos y sentimos celos, envidia o tristeza. Incluso decir «te amo» puede resultar aterrador. Pero, aunque mantener una interacción emocional nos provoque dolor y nos dé miedo, seguimos haciéndolo, seguimos iniciando una relación, casándonos y teniendo hijos. Debido al miedo que los seres humanos tenemos a ser heridos y a fin de proteger nuestras heridas emocionales, creamos algo muy sofisticado en nuestra mente: un gran sistema de negación. En ese sistema de negación nos convertimos en unos perfectos mentirosos. Mentimos tan bien, que nos mentimos a nosotros mismos e incluso nos creemos nuestras propias mentiras. No nos percatamos de que estamos mintiendo, y en ocasiones, aun cuando sabemos que mentimos, justificamos la mentira y la excusamos para protegernos del dolor de nuestras heridas.
El sistema de negación es como un muro de niebla frente a nuestros ojos que nos ciega y nos impide ver la verdad. Llevamos una máscara social porque resulta demasiado doloroso vernos a nosotros mismos o permitir que otros nos vean tal como somos en realidad. El sistema de negación nos permite aparentar que toda la gente se cree lo que queremos que crean de nosotros. Y aunque colocamos estas barreras para protegernos y mantener alejada a la gente, también nos mantienen encerrados y restringen nuestra libertad.
Los seres humanos se cobijan y se protegen y cuando alguien dice: «Te estás metiendo conmigo», no es exactamente verdad. Lo que sí es cierto es que estás tocando una de sus heridas mentales y él reacciona porque le duele. Cuando tomas conciencia de que todas las personas que te rodean tienen heridas llenas de veneno emocional, empiezas a comprender las relaciones de los seres humanos en lo que los toltecas denominan el sueño del infierno. Desde la perspectiva tolteca todo lo que creemos de nosotros y todo lo que sabemos de nuestro mundo es un sueño. Si examinas cualquier descripción religiosa del infierno te das cuenta de que no difiere de la sociedad de los seres humanos, del modo en que soñamos”.
“Pero para convertirnos en MAESTROS DEL AMOR TENEMOS QUE PRACTICAR EL AMOR.
El arte de las relaciones también es una maestría completa y el único modo de alcanzarla es mediante la práctica. Por consiguiente, para llegar a ser MAESTRO en una relación hay que ACTUAR. No se trata de adquirir determinados conceptos ni de alcanzar un conocimiento en concreto. ES UNA CUESTIÓN DE ACCIÓN. Ahora bien, evidentemente, para actuar es preciso contar con algún conocimiento o al menos con una MAYOR CONCIENCIA de la manera en que funcionamos los seres humanos”. Por Miguel Ruiz.
El arte de las relaciones también es una maestría completa y el único modo de alcanzarla es mediante la práctica. Por consiguiente, para llegar a ser MAESTRO en una relación hay que ACTUAR. No se trata de adquirir determinados conceptos ni de alcanzar un conocimiento en concreto. ES UNA CUESTIÓN DE ACCIÓN. Ahora bien, evidentemente, para actuar es preciso contar con algún conocimiento o al menos con una MAYOR CONCIENCIA de la manera en que funcionamos los seres humanos”. Por Miguel Ruiz.
Miguel Ruiz - La Maestría del Amor
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