La alquimia es una ciencia, que
busca el encuentro con el hombre y su propósito en éste mundo, y la manera de
sanar o reubicar todo lo que nos aleje de ello.
Nuestra alma busca experiencias
que acumular. Integrando emociones y experiencias en nuestro código genético
trabajamos para ayudar a nuestra alma a obtener plenitud y mejorar las
experiencias pasadas.
Debemos equilibrar dentro de
nosotros las polaridades, y así encontrar ese espacio de compasión y amor. Si
somos capaces de integrar las cargas negativas y positivas de nuestro pasado
automáticamente crearemos cuanto deseemos de un modo equilibrado y armonioso.
Para ello debemos estar en el
punto cero y crear una nueva realidad, estando preparados para integrar
experiencias, viviendo en el momento presente. Debemos ser capaces de mantener
nuestra atención centrada en vivir el momento presente, como un momento
maravilloso. Esto nos ayudará a volvernos soberanos, libres, felices, ricos,
seguros y a vivir una vida de abundancia.
Tienes que convertirte en un niño
inocente para ver el reino que está dentro de ti. Transforma tu mente, no
critiques, no manejes la situación. Usa tus herramientas interiores.
Conviértete en misterioso y profundo. Que puedes aprender de ésta situación?
Conócete a ti mismo. No dudes de
ti, todo ese potencial que tienes dentro esta esperando que tu lo despiertes.
Seas quien fueres o lo que hagas, si deseas algo con firmeza, es porque ese
deseo nació antes en el alma del universo. Y es tu misión en la tierra.
A través del soplo de la vida hay
suficiente espacio para hacer un mosaico perfecto de armonía. Escucha tu corazón. El conoce todas las cosas
porque viene del alma del mundo y un día retornará a ella.
LA GRAN OBRA
Para llevar a cabo la Gran Obra
que volverá a unir los dos componentes, el adepto contempla su propio cuerpo
como el laboratorio; el corazón y los riñones son el crisol y el horno y las
materias que deberán usarse son los Tres Tesoros:
- Esencia (jing), que corresponde a groso modo con el cuerpo físico.
- Energía (qi), que se asocia con el aliento interior, la energía vital y también con la respiración.
- Espíritu (shen), que se relaciona con las funciones de la mente.
El alquimista debe recoger estos
tres elementos, como si de minerales o plantas medicinales se tratase, y
mezclarlas dentro del crisol (los centros psíquicos, dan lit, que pueden
situarse en distintas partes del cuerpo), para su cocción, gracias a la acción
del pensamiento concentrado, que representa el fuego.
Este trabajo se completa en
cuatro etapas claramente diferenciadas, que pueden variar ligeramente,
dependiendo de la escuela o el maestro, pero que siguen un proceso gradual de
refinado interior. Un poema muy famoso dentro de la tradición alquímica dice
así:
Fundir la esencia y transmutarla en energía (lian jing hua qi )
Fundir la energía y transmutarla en espíritu (lian qi hua shen )
Fundir el espíritu para retornar al Vacío (lian shen huan xu)
Fundir el Vacío para unirse con el Tao (lian xu he Dao)
Cuando el cuerpo, la respiración
y la mente se funden en una sola unidad, se obtiene el “elixir” (dan, lit.
“cinabrio”, como hemos visto anteriormente), que es un tipo de medicina
destinada a reparar los daños provocados por el paso del tiempo y por distintos
factores emocionales, físicos, energéticos, sexuales o alimenticios, que
conducen a una pérdida continua de vitalidad en forma de goteo (lou), que
termina conduciendo a la muerte.
Es por ello que, durante el
proceso alquímico, en la práctica se tiende a sintetizar distintos elementos de
las prácticas taoístas: técnicas respiratorias, visualizaciones, ejercicios
energéticos (hoy conocidos como Qigong), alquimia, meditaciones, masajes y
dieta.
El alquimista debe realizar un
proceso destinado a “fijar” el alma yin, terrenal (po) movida por las pasiones
y las emociones, que se convierte, después de la muerte, en un espíritu
telúrico, controlando a su gemela, el alma yang, celestial (hun), de naturaleza
luminosa.
El adepto buscará someter sin
cuartel a todas aquellas actividades humanas que otorgan poder al alma po,
responsable de la división entre el yin y el yang que moran en el interior de
cada ser humano, y ejercitarse en técnicas que sublimen al alma yang para que
ésta pueda volver a reunir los polos opuestos y alcanzar la unidad.
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