"Cuando el cielo quiere salvar a un hombre, le envía amor" Lao-Tse. Que el amor sea tu única guía, sin mapas, sin dogmas, sin maestros, sólo amando...
Sospecho que hoy empiezo a Ser Canción, si seco un llanto. Y la canción con alma echó a volar y desde entonces los dos, vivieron más despacio, a pesar de su tiempo y de su espacio. Y un día como lluvia, ellos caerán y mojaran todo y su misterio crecerá verde sobre el mundo" Silvio Rodriguez.

jueves, 28 de julio de 2011

La unión aquí en la Tierra de lo que ya está unido en el Cielo.

El Tantra es la visión no dualista llevada a todo.
(Extraído de la página amiga Los Pasos del Alma)

 
Según el Tantra, todas las diferencias, mente-cuerpo, espíritu-materia, amor-sexo, no son sino meros productos de la mente humana, útiles para desenvolvernos en esta realidad del mundo material, pero que se encuentran lejos de la verdadera naturaleza del universo. Esta naturaleza es la unidad por excelencia y es a la que todos los videntes y místicos de todas las épocas han llegado en sus meditaciones, así como a la que ahora la ciencia moderna, en especial la física cuántica, está llegando de la misma forma.

Desde este punto de vista, el Tantra considera, por lo tanto, todas las cosas sagradas, diferentes manifestaciones de ese universo-uno, que somos nosotros mismos, de esa energía que hemos llamado Dios, Espíritu.

Desde esa visión donde no hay nada que rechazar como inferior u opuesto a otra cosa, el Tantra no "ve" una naturaleza humana inferior que haya que apartar, rechazar o condenar. El pecado no existe y no sería más que una mera ilusión de la mente humana pensante, que en su visión dualista se separa de su auténtica naturaleza. Todo en el ser humano y en el mundo es sagrado como emanación del Espíritu universal. Sólo cuando nos damos cuenta de esto es cuando nuestra conciencia puede entrar en el estado de Unidad o de conexión con la Fuente o Dios. Según el Tantra lo mismo que nos lleva al infierno es lo mismo que nos salva, el mismo veneno que mata es el antídoto que nos puede curar, dependiendo sólo de la conciencia e intención que le ponemos. De esta forma, lo que para la mente dualista se convierte en cosas a rechazar y contra las que luchar, para la conciencia tántrica, se convierte únicamente en diferentes aspectos de lo mismo que llevados hacia nuestra conciencia superior nos hacen conocer nuestra verdadera naturaleza y entrar en la dicha de la mente que ha transcendido las dualidades.

El Tantra comprendió muy bien el carácter sagrado de la energía sexual. Según el Tantra, la sexualidad en este universo es la energía de unión de lo femenino y lo masculino, yin y yang. Dios, el Todo, se divide a Sí Mismo en un momento dado en dos polaridades, yin/yang, femenino, masculino, y es así como se crea el mundo. El universo es una danza entre esas dos polaridades y la energía sexual es el "pegamento", el "imán" entre ellas. Esta danza cósmica se encuentra reflejada en todo el universo y aquí, en la materia, dicha energía sería el pegamento, el imán, para "unir en la tierra lo que ya está unido en el cielo". Encarnamos en la materia, en el mundo de la dualidad, en cuerpos aparentemente separados, hombre, mujer, masculino, femenino, pero sin embargo, existe esa tremenda fuerza, ese imán que nos lleva a unirnos. Ese imán que está presente en todas las cosas, en la danza del Sol y la Tierra, en la fuerza del electromagnetismo que nuestra ciencia ha estudiado tan bien. Según el Tantra, la energía sexual sería una jugada maestra del universo, un regalo del universo, para unificar los opuestos en la materia, para completar la conciencia de Dios, para unir aquí en la Tierra lo que ya está unido en el Cielo.

De esta forma la energía sexual, lejos de ser algo de lo que hay que huir, algo que hay que apartar para llegar al Espíritu, se convierte en una vía directa para salir de la prisión del ego (Matrix) y llegar a la conciencia del Espíritu en nosotros.

En esa danza del universo entre esas dos energías arquetípicas del yin y el yang, femenino, masculino, según el Tantra, lo femenino debe guiar a lo masculino. La energía masculina es esa energía activa, ligada a la acción, a la voluntad, y también ligada a las funciones analíticas del hemisferio cerebral izquierdo. Esa energía masculina nos da la posibilidad de investigar el mundo y de desenvolvernos en él. Para ello, dicha energía del hemisferio izquierdo, ve "las partes", las percibe como separadas y las analiza y estudia. Este proceso del hemisferio izquierdo es el que ha llevado a la humanidad a aprender a manejar la materia, a construir máquinas y formas de poder manipular el mundo en nuestro propio beneficio. Pero ese hemisferio izquierdo separado, sin el equilibrio y la guía de la energía femenina que a través del hemisferio derecho conecta con el todo y "ve" más allá de las partes separadas, lleva, como la historia ya nos ha mostrado, a la separatividad, a la locura y a la guerra. La energía masculina desequilibrada ve sólo partes separadas, enemigos o cosas a controlar en su propio beneficio (la palabra tan actual de "recursos", no es ni mas ni menos que el reflejo de esa conciencia de separatividad, donde las cosas son meros objetos separados de uno mismo y susceptibles, por lo tanto, de ser manejados y explotados).


La energía femenina es una energía ligada al corazón, a la energía de la unión, de la unidad con lo que nos rodea. Dicha energía se plasma en las funciones del hemisferio cerebral derecho, funciones que van más allá de lo estrictamente racional, analítico y lineal. Funciones que nos permiten conectar, a través de la intuición y del conocimiento silencioso, con lo que está "más allá" de la simple visión física. Estas funciones son las que todos los sabios, videntes y místicos de todos los tiempos han utilizado para llegar a sus conclusiones, para "ver" el mundo. Son las funciones que seres como Eistein, Mozart, Leonardo Davinci, etc, utilizaron para traer su conocimiento, su música y su arte a este mundo. Esa energía femenina es la que nos puede dar sentido y dirección a lo que hacemos aquí en la Tierra, más allá de la simple y alocada carrera por la supervivencia, la lucha y la conquista.

Cuando la energía femenina se convierte en nuestra guía interna, la acción, la voluntad y todas las demás características de la energía masculina, puede hacerse positivas y ponerse al servicio de nuestra verdadera función aquí en la Tierra.

Según el Tantra, el universo es un experimento de Dios consigo mismo. Dios, Siva en la tradición tántrica, el Todo no manifestado (Parasiva), en un momento dado se divide así mismo en yin/yang, femenino y masculino y crea el mundo manifestado, siendo la energía masculina, la parte de Dios mismo ligada a la conciencia y la energía femenina la parte ligada a la manifestación, a la materia, Shakti. Shakti (Parashakti) es la pura consciencia, el sustrato o sustancia original que sustenta todas las formas. Parashakti, la Suprema Energía, es conocida a través de diferentes nombres: el silencio, el amor, el ser, el poder, el conocimiento supremo. Satchidananda es su esencia, existencia absoluta, conciencia absoluta y dicha absoluta. Irradia la luz divina, la energía y el conocimiento. Más allá de Siva, Shakti deviene como la primera manifestación de la mente, la superconsciencia o conocimiento infinito. Shakti es la presencia y el poder sustentador de Siva en el universo.

Ambas energía están contenidas en todo y están en un continuo movimiento de relación la una con la otra, en una perpetua danza. La Tierra formaría parte de ese experimento cósmico y sería un lugar de experimentación de la dualidad. Todo el escenario de la Tierra no es más que una creación de la mente cósmica en esa danza antes mencionada, y el ser humano sería el canal en la Tierra de esa proyección de la mente cósmica, a través de la cual fluyen las dos energías arquetípicas de lo femenino y lo masculino, yin y yang. Ambas energías están tanto en el hombre como en la mujer, siendo no obstante, la mujer un canal primordialmente femenino y el hombre un canal primordialmente masculino.

De esta forma, Dios, la conciencia del Espíritu se manifiesta en el mundo material y todo nuestro trabajo aquí en la Tierra no sería otro que el unir ambas polaridades, unir los opuestos aquí en la materia, llevando la conciencia del Espíritu a la misma, uniendo el Cielo y la Tierra.

Lejos de la confusión en la que el ser humano ha caído en su evolución en la materia, nuestro papel aquí no sería otro que venerar a lo femenino, a la Tierra, como manifestación primordial de lo femenino, la Diosa. Dios se encarna en la Tierra para venerarse a sí mismo en la materia y de esta forma se unen los opuestos, lo que ya está unido en el cielo, se une en la tierra. El papel de lo masculino, del hombre como canal principal de esa energía masculina, lejos de explotar y de "machacar" a lo femenino, a la Tierra y a la mujer, como en su confusión a través de la historia ha llevado a cabo, no sería otro que el de venerarla, ser el "guardián del grial", como en las viejas tradiciones se conocía. Dios-masculino encarna en la Tierra para venerar a Dios-femenino, (a sí mismo). De esta manera se cierra el círculo y la conciencia de Dios "baja" a la materia. La historia de la humanidad es completamente opuesta a esto. Lejos de venerar a lo femenino, lo masculino cayó en la "ilusión" de su superioridad, dedicándose a machacar toda expresión de lo femenino, a explotar la Tierra.





El Tantra, al igual que el Yoga, reconoce la insustancialidad del mundo (Maya), en el sentido de no-causa. El mundo no sería una causa, sino un efecto, creación de la mente. Como la física cuántica ya ha demostrado sobradamente, la realidad subyacente al mundo material es no-materia, pura energía interconectada, que responde a nuestros pensamientos y emociones. Este es el concepto de Maya o Ilusión proveniente de los Vedas y presente tanto en el Tantra como en el Yoga y el Budismo. El mundo es ilusión en el sentido de no-causa. Es una realidad relativa. Real para el que está "atrapado" en ella. Para el que no se da cuenta de la realidad más allá y toma el mundo como realidad objetiva causal.

El Tantra reconoció la existencia de una realidad ulterior (Dios, Espíritu) al mundo manifestado. Esta realidad ulterior es nuestra verdadera naturaleza, a la que podemos acceder a través del conocimiento directo (conocimiento silencioso), más allá de la mente racional.

Todo el trabajo, tanto del Tantra, el Yoga y el Budismo, se resume en transcender esa ilusoria naturaleza (el "yo" corporal o ego) para a través del samadhi meditativo acceder al conocimiento directo del Espíritu que somos. El ego, o yo limitado, separado del Ser Supremo, se sustenta de la mente automática cerebral. La mente neuronal programada que nos ata a la visión restringida del mundo y de nosotros mismos.

El tantrica utiliza el mundo para transcenderse a sí mismo, sin renunciar al mundo mismo. Renunciar al mundo sería, para el tantrica, otra ilusión más producto de la misma mente de la que quiere liberarse. No hay nada de donde escapar, pues la naturaleza del Ser Supremo es todo y está en todo. Lo único que tenemos es que llevar a la conciencia esa naturaleza. Desde este punto de vista, el Tantra acepta el mundo y la totalidad de lo que somos. El Tantra no desea escapar de la Tierra para ir a ningún nirvana ulterior, pues considera que el nirvana está aquí mismo, en la misma materia. De esta forma, el tantrica considera sagrados todos sus actos y utiliza su cuerpo, su sexualidad y su mundo para llevarle a la experiencia de esa realidad suprema.






Tantra Nueva Tierra

Artículo original extraído de la página amiga Los Pasos del Alma (Gracias):


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