No tienes que ser bueno.
No tienes que atravesar el desierto
de rodillas, arrepintiéndote.
Sólo tienes que dejar que ese tierno animal que es tu cuerpo
ame lo que ama.
Cuéntame tu desesperación y yo te contaré la mía.
Mientras tanto, el mundo sigue.
Mientras tanto, el sol y el límpido pedrisco de la lluvia
atraviesan los paisajes,
las praderas y los árboles frondosos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto, los gansos salvajes, que vuelan alto
allá en el cielo azul y puro,
vuelven de nuevo a casa.
Seas quien seas, por muy solo que te sientas
el mundo se ofrece a tu imaginación,
y te reclama, como los gansos salvajes,
chillando con excitación
anunciando una y otra vez
tu lugar en la familia de las cosas.
Mary Oliver – Dream Work, 1986
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