para no apartarse de sí?
¿A qué distancia está mi mano
de la gente que conocí?
¿Qué le ha faltado a la verdad
para quererla disfrazar?
¿Por qué un bufón llena el lugar
donde hubo un sitio para amar?
¿Por qué fingimos confusión
hasta acabar con la razón?
En fin, no sé como decir
que todo ha vuelto a ser normal
sólo si sé que no eres ya
lo que quisiste ser.
Cuando mis ojos se hacen aire
con tristeza pienso en el mar
porque mi tiempo es la distancia
recorrida para olvidar.
Y veo un dibujo del amor
saltando a un cielo sin color,
buscando un mundo por rastrear
y una ansiedad, y otra ansiedad.
Río del mar hecho a creyón
por quien aprende a dibujar.
En fin, no sé como decir
que se ha arruinado la canción
sólo si sé que no eres ya
lo que quisiste ser.
Veo tus brazos, que han llevado
mil adornos sobre su piel
y han olvidado hasta que fueron
una historia de amanecer.
Y tú, en función de relucir
dejas la magia humana y vas
a interpretar otro papel,
fingiendo para diferir.
No sé si es desesperación
o humilde ya resignación.
En fin, no sé como llamar
a esta versión de un pavo real,
sólo si sé que no eres ya
lo que quisiste ser.
Silvio Rodríguez
Por Hugo Basile
Aunque parezca contradictorio, vivimos en un universo aparentemente dialéctico pero nuestras vidas, vistas desde la individualidad, están signadas principalmente por la dualidad.
Pareciera ser que no tenemos mucha idea de cómo procesar los sentimientos, muchas veces contradictorios que atraviesan nuestras historias. Hoy somos blanco, y si nos equivocamos, en el caso de poder reconocerlo, pasamos a ser negro, y difícilmente llegamos, en ese movimiento pendular, a la escala de los grises, y cuando lo hacemos nos vemos sorprendidos por la madurez, y en muchos casos, por la vejez.
Decía que vivimos en un universo dialéctico pero, ¿es esto así?, posiblemente no, pero nuestro desarrollo racional, al menos en el común de nosotros, funciona dialécticamente .
La resolución de lo dialéctico lo encontramos en la síntesis, siempre superadora de las dos instancias en pugna.
La velocidad de los acontecimientos que vivimos a diario, nos obliga en cierta forma a movernos por la inmediatez, haciéndonos difícil el poder tener un panorama amplio de nuestra vida, no solo hacia el futuro sino también hacia el pasado. No podemos proyectar porque muchas veces nos perdemos en la maraña de nuestra propia historia, y muchas otras veces, esa historia se enferma. Lo que enferma no es la persona, sino su historia, y enferma porque perdemos el hilo de quiénes fuimos en un principio, como si nos apartáramos de nosotros mismos, olvidándonos de quiénes quisimos ser.
Planteado esto, también digo que nuestra historia tiene un sentido, y si bien podemos hablar de un sentido colectivo, lo que hace a lo colectivo en nuestra individualidad, nuestro sentido único y particular de nuestra propia vida.
Cuando encontramos ese sentido, también logramos encontrar el sentido de lo colectivo.
Si pudiésemos ver nuestra vida como si fuese una película, podríamos ver su sentido, sin embargo pareciera ser que nuestra capacidad perceptual, al menos en estados de conciencia comunes, solo nos permiten ver el aquí y ahora, e imaginar el futuro y muchas veces el pasado, que no siempre es como lo recordamos, de la misma forma que el presente, que es el futuro de algún ayer imaginado, tampoco se da como lo esperábamos: esperábamos hijos y no los tuvimos, esperábamos una pareja y tampoco la tenemos, esperábamos ser empresarios y hoy somos empleados o desocupados.
Nos apartamos en algún momento del camino que habíamos elegido para nosotros y no sabemos como. No somos lo que quisimos ser.
Nos apartamos en algún momento del camino que habíamos elegido para nosotros y no sabemos como. No somos lo que quisimos ser.
La novedad es que, a diferencia de una película que ya tiene su final plasmado y no hay nada que podamos hacer para evitarlo, nuestra vida sí nos permite hacerlo si sabemos cuales son las escenas correctas que necesitan ser actuadas nuevamente.
Podemos ver los polos contradictorios de nuestra propia historia, pero desde un solo lado, lo que no nos permite poder realizar una síntesis superadora o encontrar la función trascendente que nos permitiría acopiar la experiencia y aprender.
El psiquiatra Carl Jung nos enseñó que el proceso que es nuestra vida tiene un sentido a ser encontrado, y lo llamó poéticamente Psicología del Amanecer y del Atardecer, mostrándonos que cada parte de nuestra historia representa una etapa y que cada etapa está signada por un aspecto a desarrollar en forma equilibrada y haciendo una síntesis en nuestro sí mismo, en aquello que originalmente quisimos ser pero en algún momento nos apartamos.
Nos ayuda a encontrar la diferencia entre lo que somos y lo que creemos que somos.
Nos ayuda a encontrar la diferencia entre lo que somos y lo que creemos que somos.
Aparentemente sabemos cuáles son las cosas que queremos conscientemente, pero hay otras fuerzas que conforman a nuestra humanidad que desconocemos, son inconcientes, arquetípicas y como todo lo inconsciente tiende a emerger, sin que nos demos cuenta las actuamos o utilizamos a otros para que las actúen por nosotros, los transformamos en actores y les damos los papeles para realizar lo que la novela de nuestra vida requiere para llegar a buen fin.
Ser protagonistas de nuestra propia historia requiere de síntesis, de vueltas atrás y nuevos avances, de equilibrio y de, fundamentalmente, aprender quiénes somos y quiénes son los otros en un vínculo sano, integrándolos a nuestra vida sin transformarlos caprichosamente en lo que queremos, respetando su individualidad y respetando nuestro proceso de para ser individuos.
Esta síntesis que nos lleva a una función trascendente nos permite el equilibrio necesario para aportar al inconsciente colectivo nuestro propio aprendizaje.
Hallazgo de las piedras , Más de Una Vez y
Si seco un llanto - Silvio
Si seco un llanto - Silvio
POR TODO ESPACIO, POR TODO TIEMPO
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