"Cuando el cielo quiere salvar a un hombre, le envía amor" Lao-Tse. Que el amor sea tu única guía, sin mapas, sin dogmas, sin maestros, sólo amando...
Sospecho que hoy empiezo a Ser Canción, si seco un llanto. Y la canción con alma echó a volar y desde entonces los dos, vivieron más despacio, a pesar de su tiempo y de su espacio. Y un día como lluvia, ellos caerán y mojaran todo y su misterio crecerá verde sobre el mundo" Silvio Rodriguez.

domingo, 21 de abril de 2013

Ángel: su acción no es fruto de una obra humana





Aunque ya nada / pueda devolver la hora / del esplendor en la hierba / de la gloria en las flores / no hay que afligirse/ la belleza siempre sobrevive en el recuerdo.

 (De William Wordsworth, de su obra “Esplendor en la hierba”).



Una noche leí a la luz de una farola, en una calle deshabitada, algunas cartas que escribió Kafka a Milena. Las leí en voz alta, pensando que no había nadie en aquella calle abandonada, con las casas en ruinas, tapiadas las ventanas y puertas de los edificios.



“No es una despedida. Sólo habría despedida si la fuerza de la gravedad que me empuja me arrastrara definitivamente contigo. Pero viviendo tú ¿cómo podría hacerlo?”. 

En el momento de terminar oí un sollozo, pensé que lo había imaginado, ¡no era posible que hubiera alguien!. Pero me acerqué a una silueta de una persona que se tapaba la cara. Estaba llorando. Le pedí perdón por si fuera mi lectura en voz alta lo que le hizo llorar, no quise…. Quitó la mano de su rostro. Era una chica muy bonita, con sus mejillas algo sonrosadas. No es nada, dijo. Se reía y lloraba a la vez. Lo siento, le dije. No te preocupes, insistió ella y vi como bajaba la lágrima por su rostro. Y se reía moviendo sin querer su mentón y sus ojos esquivaban los míos. Quisiera ser una lágrima tuya, le dije, para que no llores más, porque me quedaría siempre en tus ojos para verlo todo a través de ti. Ella se quitó con la mano la lágrima y yo me sentí acariciado. Y ella sonrió y me miró y yo sonreí con ella y me dijo su nombre, me llamo Milena. Y los dos reímos y lloramos a la vez.




Y cuando el "Yo" no puede comprender que María, la Madre de Cristo, es su propia Madre, 
Salomé le anuncia:

"Tu eres Cristo"


El "YO" se siente solo en la cima de la montaña, la serpiente comprime su cuerpo de dónde fluyen torrentes de sangre. Salomé abraza sus pies con sus cabellos y exclama que ve la luz.

Así, la serpiente cae, el "Yo" camina por encima de ella y luego se arrodilla ante el profeta, ahora refulgente como una llama.

Así, Elías sentencia que la obra se ha cumplido, pero debe buscar y escribir sin descanso. Ya Elías es pura luz contemplada por Salomé, pero el "Yo" se va como si no pudiera participar de tal magnificencia.

Es sugestivo que, según señala Shamdasani, Jung haya copiado dos citas de la Divina Comedia de Dante en el Libro Negro que, evientemente, guardan estrecha relación con la experiencia.

Por una parte, está presente el carácter inspirador del amor:

"Y yo a él: Yo soy uno que cuando/Amor me inspira, anoto, y de este modo/ lo que él me dicta adentro significo".

De alguna manera se anticipa el conocimiento que el amor transmite y el matrimonio espiritual que esta escena sugiere. Por otra, aparece claramente el concepto de cuerpo sutil o cuerpo de luz, que Dante presenta veladamente en el segundo pasaje consignado por Jung:

"Y semejante luego la llamita/ que sigue al fuego por doquier él corre, / su forma nueva va con el espíritu"

Fue su nostalgia la que lo llevó a esa claridad propia del amor a través de un descenso por medio del placer. Para poder ascender al amor debieron pelearse las serpientes enemigas que manifiestan, de este modo, el carácter demoníaco de ambos principios, lo cual parece reiterar la lucha entre el sol y la serpiente negra del capítulo V. Ahora bien, el espíritu de la profundidad anhela que el hombre comprenda que esa discordia es propia de la naturaleza humana. El héroe muerto se internó en el fondo de la naturaleza humana e incitó una espantable discordia interior.

El maná del héroe muerto, asesinado, aflora en nuestra conducta supuestamente civilizada, y es por ello, que debemos hacer de ese asesinato un verdadero sacrificio.

(...) Querer subyugar al otro, dominarlo, matarlo, es hacer lo propio con uno mismo. Se trata de evitar la unilateralización, que aquí se describe con la figura del enano que aparece como contrafigura de Elías, es decir, como una deformación del prepensar, así como Salomé es una deformación de María celestial. La serpiente es lo que no está en el principio puro, es su ausencia y oscuridad, pero tambien es en donde se gesta su crecimiento. Más adelante, podrá verse con más claridad que la serpiente, debidamente asumida, es la que permite conciliar las polaridades que inexorablemente se reclaman. Por ello, amor y prepensar están en un mismo lugar, aunque rara vez lo advertimos.

No se trata de redimirse a través de un héroe, sino a través de Ser Cristo. Por cierto, esto atañe particularmente a la guerra que debería ser vivida como un gran malestar interior, como algo que se ha querido y que, por tanto, surge de tendencias interiores que reclaman su redención, pues llevamos el fruto del horror de la guerra. 

Cuestiones centrales del Mysterium:

1. Visión del gigante que aplasta la ciudad: la guerra. En ese cristal puede verse lo venidero que recoge las profundas tendencias internas que están gestando la guerra. El gigante que aplasta la ciudad entera solo podrá redimirse con el sacrificio, que es autosacrificio, y la búsqueda redentora solo puede hacerse en el propio sí-mismo, es decir, mediante el renacimiento del Dios en uno. En otras palabras, hay un llamado al autosacrificio. De hecho es el prepensar, representado por Elías el que llama al autosacrificio.

2. El niño divino que domina las serpientes: integración de opuestos. Ése es el niño divino, un jóven redentor, un Cristo que, como en la conocida hazaña del Hércules neonato, domina las serpientes, es decir, los opuestos, con sus manos. "Ví que del Dios Cristo había nacido un dios nuevo, un jóven Hércules (...)"

3. Y aunque solo tengamos-que sepamos- esa referencia a Hércules, nos parece que es sugestiva la asimilación a esa figura mítica. Por una parte, si bien Hércules es una de las figuras más populares y complejas de la mitología griega, podría afirmarse con Burkert, que uno de sus rasgos fundamentales consiste en que "...transfiere al hombre la superioridad de los animales, animales difíciles de capturar, peligrosos y defendidos por dueños sobrehumanos..."

En este caso, está transfiriendo al querer humano, está humanizando, ayudando a la encarnación de los opuestos irreconciliables. Eso quizás permite comprender mejor la interpretación que, de éste pasaje hizo Jung en sus borradores.

El Dios sostiene el amor en su derecha (lado favorable), el prepensar en su izquierda (lado desfavorable) y ello hace que estos principios se concilien en un querer humano. 

ESTO NO LLEVA A LA DIVINIZACIÓN DEL HOMBRE, SINO QUE EL DIOS O LO DIVINO SE TORNA HUMANO EN EL HOMBRE. SE TRATA NUEVAMENTE DE LA IDEA INICIAL SEGÚN LA CUAL, MIENTRA QUE EL ADULTO (ESPIRITUAL) TIENE UN DIOS NIÑO, EL NIÑO (ESPIRITUAL) TIENE UN DIOS ENVEJECIDO QUE SE MUERE.

Ahora bien, mientras el hombre se guíe por el espíritu de este tiempo, no da cuenta ni del querer del prepensar ni del querer del amor y su inconsciente (su serpiente) los mantiene separados.

El espíritu de la profundidad es quién trae esta pasión por el querer, pero el hombre no puede sostener por sí solo a uno y otro querer a la vez. Por ello, el hombre no puede sostener por si solo a uno y otro querer a la vez.

Por ello el hombre pasa de uno a otro salvo que dé a luz al niño divino que es quién puede sostener los opuestos por y para nosotros. EL CAMINO CONSISTE EN QUERERSE A SÍ MISMO ENTENDIDO COMO EL SÍ-MISMO, ES DECIR, LA TOTALIDAD PSÍQUICA. ÉSE EL EL DIOS O EL CAMINO A DIOS CAPAZ DE SOPORTAR LA TENSIÓN DE OPUESTOS.

4. Visión de la crucifixión de Cristo: ¿imitar a Cristo? Ve la cruz de Cristo en la montaña y torrentes de sangre que fluyen desde la cima. Cristo en la cruz en su última hora del tormento.

5. Autosacrificio leontocefálico: al pie de la cruz se enrosca la serpiente y se entrelaza entre los piés del yo. el yo extiende sus brazos, Salomé se acerca, la serpiente se enrosca en todo su cuerpo y el rostro es e león. Jung señala que el "prepensar", Elías, su idea por encima de su pensar, lo fuerza a hacer el autosacrificio, pero su pasión (el león) se resiste, aunque el destino, renovándose (la serpiente) ejecuta el sacrificio. Por cierto, como intentamos mostrar más abajo el complejo simbólico león-serpiente dispuesto en el leontocéfalo, en última instancia, alude a una toma de consciencia espiritaul de los aspectos condicionantes y limitantes del cosmos que se renuevan en la dimensión creadora del tiempo.

6. Ser Cristo. Cuando Salomé le recuerda que María e la Madre de Cristo y el "yo" replica que cómo es entonces posible que él pueda llamar a María su propia madre, salomé le anuncia que es CRISTO. Obsérvese que Salomé es el placer que, al entrar por la derecha y ser aceptado trae el amor.

7. El autosacrificio se consuma: la visión. Es la serpiente la que comprime el cuerpo y hace sangrar. Salomé, luego de envolver los pies del "yo" por un largo tiempo, se torna vidente. Se pasa aquí del placer ciego al amor vidente. Por ello, Elías ya es una luz blanca a la que solo puede tener acceso un amor vidente y no un placer ciego como hasta ahora.

EL ESPÍRITU DE LA PROFUNDIDAD LLAMA AL SACRIFICIO, AL AUTOSACRIFICIO. Tal es la sangre que brota en manantiales y que debe ser asumida por cada uno. Esto hace que el placer ciego se torne en amor vidente y, así, prepensar y amor se unan (o descubran su unión esencial) en la llama. 

Pero estos principios TRASCIENDEN LO HUMANO, SON DIVINOS, DE ALLÍ QUE EL DESAFIO CONSISTA EN ASUMIRLOS EN LA EN LA ESCALA INDIVIDUAL Y MUNDANA. 

LO VIVIDO EN ESTE MISTERIO NO ESTÁ AÚN REALIZADO Y LOS BIENES QUE DE ÉL SE DERIVAN AÚN NO FUERON ASUMIDOS POR EL "YO". QUEDA LA TAREA A PARTIR DE UN LARGO RECORRIDO POR NUMEROSAS Y ERRANTES IMÁGENES VISIONARIOS A ASUMIRLOS.



La escritora que buscaba palabras

Hace muchos años conocí a una mujer que iba a ver cómo hombres y mujeres pescaban en el río. Procuró hacer ruido para que los peces no picaran, porque quería verlos nadar en el agua. También echaba migas de pan en el parque para acercar a las palomas y a los gorriones. Pensó que de esta manera podría atraer a las palabras, porque si hablaba con los peces, con las palomas y gorriones, aunque no tengan el mismo idioma, llegarían palabras a su pensamiento con las que luego escribir. 

Al ponerse frente al papel no lo logró, tampoco en la pantalla del ordenador. Desistió de buscar palabras y se fue a pasear por el campo. En uno de aquellos paseos se quedó mirando un terreno yermo, sus ojos volaron sobre esa tierra extendida como si la mirada estallara en ella. Llovió, y esa mujer, que quería escribir sin saber qué, permaneció en su sitio. Hizo sol, nevó, lloviznó, el viento, el viento. 

Los agricultores surcaron la tierra, sin que ella dejara de mirar aquel paisaje en el que el tiempo queda fuera. Ya no quiso palabras porque el aire lo dice todo, pensó. Pero la misma lluvia que cayó sobre la tierra, el mismo sol que calentó los terrones, la fuerza del viento y la brisa llegaron a ella en forma de esperanza. Vio crecer las plantas, flores, cosechas de grano y bandadas de pájaros fueron a picotear las espigas y las mazorcas. 





Desde entonces no dejó de escribir. Las palabras habían germinado en ella y descubrió que tienen vida, tanta que hacen de vivir un arte.



Extractos del Libro Rojo y Microrelatos por http://ramiropinto.es


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