Esta tarde, al azar, página 133 “Las enseñanzas de Don Juan” por Carlos Castaneda “Una forma yaqui de conocimiento” Prólogo de Octavio Paz. Fondo de Cultura Económica (México-Madrid-Buenos Aires).
Ejemplar de 1977, adquirido en febrero de 2012, en un
cajón desastre de una tetería de un pueblo, al 50% de lo que marcaba
en la primera página (5 eruros; Total, 2,50 euros).
En la primera página “reza”
así: “Para Don Juan y para las dos personas que compartieron conmigo su sentido
del tiempo mágico".
Lunes, 28 de enero, 1963.
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Si completas bien el segundo paso-dijo don Juan-, sólo
podré enseñarte otro paso más. Al ir aprendiendo sobre la yerba del diablo me
di cuenta de que no era para mí, y ya no adelanté más en su camino.
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¿Qué le hizo decidir en contra de ello, don Juan?
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La yerba del diablo estuvo a punto de matarme todas las
veces que traté de usarla. Una vez me fue tan mal que me di por acabado. Y sin
embargo, yo habría podido evitar todo ese dolor.
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¿Cómo? ¿Hay alguna manera especial de evitar el dolor?
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Sí, hay una manera.
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¿Es una fórmula, o un procedimiento, o qué?
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Es una manera de agarrarse a las cosas. Por ejemplo,
cuando yo estaba aprendiendo sobre la yerba del diablo, era demasiado ansioso.
Me agarraba a las cosas de la misma manera que los niños agarran dulces. La
yerba del diablo es sólo un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes
tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no
deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa
claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino
es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo
si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o
de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Te prevengo. Mira cada
camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres
necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta
que sólo se hace un hombre muy viejo. Mi benefactor me hablo de ella una vez
cuando yo era jóven, y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la
entendiera. Ahora sí la entiendo. Te diré cuál es:
¿Tiene corazón ese camino?
Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van
por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos,
largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi
benefactor. ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de
nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el
otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro
te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita.
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