Seguramente ya has visto con mayor claridad que cuando nos sentimos más maduros y mas empoderados, las cuestiones de amor se resuelven más fácilmente.
Siempre, en todos los casos, se producen
inconvenientes en las parejas, pero esos inconvenientes pueden ser superados
con grandeza y paz. A veces duele mucho porque se involucra el corazón, pero
eso no significa que tengamos que mantener ese dolor por mucho tiempo y largos
años y tampoco significa que tengamos que repetir eternamente la misma
situación una y otra vez.
Todo este dilema termina cuando aclaramos lo
que queremos y entonces el universo nos trae eso. La parte más difícil de esto
es darse cuenta de que todo depende de nosotros mismos y nunca de la pareja.
Nuestra pareja puede estar sintonizada a nuestro potencial o simplemente puede
no estarlo. Comprender que la pareja esté o no sintonizada requiere madurez de
nuestra parte. Se necesita una inteligencia que supera a las emociones que nos
desbordan cuando no estamos tan equilibrados y nos sentimos inseguros y
temerosos.
Entonces, la persona madura sabe canalizar y
utilizar sus emociones. Estas se convierten en una guía para aclarar el camino.
Cuando estamos más maduros comprendemos que al amar no podemos perder, todo lo
contario, sabemos que amar es hermoso y se agradecerá la presencia de la pareja
para compartir la vida o para aprender que la cosa no va por ahí. Si quieres
obligar al otro lo estas destruyendo y te estás destruyendo tu también.
Cuando la pareja se forma, no existe requisito
más grande que la disposición para crecer. Siempre tenemos mucho que aprender y
la pareja puede estar dispuesta a hacerlo. Si ambos están dispuestos, estarán
abiertos a ir acomodándose uno al otro. Si uno no está dispuesto a avanzar, la
relación se deteriorará y se romperá. Si el más maduro de los dos se da cuenta
de esto, no cargará con reproches a su pareja. El que queda atrás quedó allí
porque aun no está preparado para ese peldaño, no es malo, ni inconsciente, ni
egoísta, ni nada. Simplemente aun no llega su hora de avanzar en ese tema. El
más maduro puede comprender esto con amor.
Para poder llegar a crecer en pareja, es
necesario ser autentico en las buenas y en las malas. Todo se puede plantear
con armonía y grandeza. Todo se puede volver a acomodar. No importa si uno de
los dos ha tenido una actitud que se sale de la línea de la pareja porque se
pueden abrir, pueden ser sinceros, no se engañan, son más reales y no tienen
miedo a ver la verdad profunda de cada uno. Entonces se gana confianza, una
confianza que no está basada en la perfección, sino en una confianza que es
capaz de adentrarse en los problemas, en los conflictos, en los inconvenientes
de cara a la verdad. Ya no se espera ciertas conductas condicionadas, con
estimaciones especificas, con expectativas. Ahora se está dispuesto a ver lo
que realmente existe dentro de cada uno con aceptación y sin miedo, ya que la
verdad es el único camino al crecimiento. La verdad hace que todo inconveniente
se resuelva, esta permite avanzar, sea con acercamiento o separación, pero se
resuelve. Entonces ya no se necesita estrategias especiales, ni manipulaciones,
ni presiones de ningún tipo. Se abandonan las peticiones y los reclamos.
Bajo la claridad de la verdad se termina la
suplica de amor, ya no existe la necesidad de pedir nada y se puede entonces
compartir. Mientras no lleguemos al nivel de compartir no podremos encontrar al
amor. El amor no se puede pedir, ni exigir, ni provocar. El que sigue en esta
postura no podrá saborearlo nunca, porque este se arrancará, huirá. El que se
siente necesitado de amor no puede estar feliz y nadie desea estar junto a un
amargado y por lo tanto el amor, que es solo dicha, se escapara. El que busca
el amor no puede recibirlo.
Entonces, cuando somos grandes comprendemos
que el amor no se encuentra en lo que nuestra pareja nos pueda dar. Se
encuentra en lo que nosotros mismos somos capaces de poder crear. Si estamos
dispuestos a crear una relación armoniosa así se hará. No depende de lo que nos
den, depende de lo que somos nosotros, de la claridad interior, depende del
amor que nace de nosotros mismos hacia nosotros mismos. ¿Nos deseamos un gran
amor? o ¿Nos deseamos discusiones, exigencias y desilusiones? El amor no está
allá a fuera, lo que encontramos es la medida del amor que tenemos ganado hacia
nosotros mismos expresado en la pareja que hemos aceptado tener. Todo lo que
hemos querido encontrar es lo que encontramos, también lo que escuchamos.
Conscientes de esto, la entrega es por propia voluntad, nunca por obligación.
El amor es un regalo que das y no se muere ni se termina dependiendo de la
recepción de tu pareja. Nunca te vuelves dependiente de él.
Cuando no te amas, quieres que el otro te ame
y entonces quieres que el otro se entregue y tú no te puedes entregar. Si te
amas expresas todo lo que eres sin temor, te sientes libre. Puedes seguir
creando tu vida y desarrollar todo tu potencial. No te preocupas.
Cuando tenemos miedo de lo que nos pueda negar
nuestra pareja, el amor no puede dar ningún fruto, no puede florecer. El miedo
es insaciable y te destruye, trae sufrimiento. Se representa en la rabia, en
los gritos y las quejas. Entonces crees depender del otro y creas dependencia
en ambos sentidos.
Cuando no eres dependiente estas en buen camino. Entonces no
te dejarás dominar y no estarás dispuesto al chantaje emocional y no
complacerás a tu pareja con lo que no quieres. Ese amor estará basado en la
verdad y la sinceridad, no habrá barreras, se abren las puertas, ambos pueden
ser tal cual como son y entonces se aceptan mutuamente y suavemente. Esta
relación se convierte en una invitación a lo armonioso.
En las manos de tu pareja está tu crecimiento
y tu salvación, porque tu pareja te ayuda a sacarte los clavos que llevas en el
alma. Tu pareja puede mostrarte tus miedos y por eso se convierte en tu
salvación, en el espejo que te muestra tus heridas, tu falta de amor a ti
mismo.
Patricia González.
Buena reflexión.Besos
ResponderEliminarSi...Muchos besos bella flor.
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