"Cuando el cielo quiere salvar a un hombre, le envía amor" Lao-Tse. Que el amor sea tu única guía, sin mapas, sin dogmas, sin maestros, sólo amando...
Sospecho que hoy empiezo a Ser Canción, si seco un llanto. Y la canción con alma echó a volar y desde entonces los dos, vivieron más despacio, a pesar de su tiempo y de su espacio. Y un día como lluvia, ellos caerán y mojaran todo y su misterio crecerá verde sobre el mundo" Silvio Rodriguez.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Hacia la tradición del Sol

Wicca explicó que existían nueve dones, y que tanto la Tradición del Sol como la Tradición de la Luna se cuidaban de que atravesaran los siglos.

-¿Qué dones son ésos?

Wicca le respondió que era perezosa, vivía pregun­tando todo, y que una verdadera bruja era una persona interesada en todas las búsquedas espirituales del mun­do. Dijo a Brida que leyera más la Biblia ("donde está toda la verdadera sabiduría oculta") y que buscase los dones en la primera Epístola de San Pablo a los Corin­tios. Brida buscó y descubrió los nueve dones:

la pa­labra de la sabiduría, la palabra del conocimiento, la fe, la cura, la operación de milagros, la profecía, la con­versación con los espíritus, las lenguas y la capacidad de interpretación.

Fue sólo ahí donde entendió el Don que estaba bus­cando: la conversación con los espíritus.

Wicca enseñó a Brida a bailar. Le dijo que tenía que mover el cuerpo de acuerdo con el ruido del mundo, la vibración siempre presente. No había ninguna técni­ca especial, bastaba con realizar cualquier movimiento que le pasase por la cabeza. Incluso así, Brida tardó un tiempo en acostumbrarse a actuar y danzar sin lógica.

-El Mago de Folk te enseñó sobre la Noche Oscura. En las dos Tradiciones que, en verdad, son una sola, la Noche Oscura es la única manera de crecer. Cuando uno se sumerge en el camino de la magia, el primer acto es entregarse a un poder mayor. Vamos a enfrentarnos con cosas que jamás podremos entender.

Nada tendrá la lógica a la que estamos acostumbrados. Vamos a comprender cosas sólo con nuestro corazón y esto puede asustarnos un poco. El viaje parecerá, duran­te mucho tiempo, una noche oscura. Toda búsqueda es un acto de fe. Pero Dios, que es más difícil de entender que una Noche Oscura, aprecia nuestro acto de fe. Y toma nuestra mano y nos guía a través del Misterio.

Wicca hablaba del Mago sin ningún rencor ni pena. Brida estaba equivocada, ella nunca había tenido una relación amorosa con él; estaba escrito en sus ojos. Tal vez la irritación de aquel día hubiese sido únicamente a causa de la diferencia de los caminos. Brujos y magos eran vanidosos, y cada uno quería probar al otro que su búsqueda era más acertada.

De repente, se dio cuenta de lo que había pensado.

Wicca no estaba enamorada del Mago, a causa de sus ojos. Ya había visto películas que hablaban de este tema. Libros. Todo el mundo sabía reconocer los ojos de una persona enamorada.

"Sólo consigo entender las cosas simples después de que me enredo con las complicadas", pensó para sí. Quizá un día pudiese seguir la Tradición del Sol.

El otoño ya estaba en su plenitud y el frío empezaba a hacerse insoportable, cuando Brida recibió una llama­da telefónica de Wicca.

Vamos a encontrarnos en el bosque. De aquí a dos días, en la noche de luna nueva, cuando falte poco para anochecer -fue todo lo que dijo.

Brida se pasó los dos días pensando en el encuentro. Hizo los rituales de siempre, danzó el ruido del mundo. "Preferiría que fuese una música", pensaba, siempre que tenía que bailar. Pero ya estaba casi acostumbrándo­se a mover su cuerpo según aquella extraña vibración, que conseguía percibir mejor durante la noche, o en los lugares silenciosos, como las iglesias. Wicca había dicho que, al danzar la música del mundo, el alma se amoldaba mejor al cuerpo y las tensiones disminuían. Brida comenzó a fijarse cómo las personas caminaban por las calles sin saber dónde colocar las manos, sin mo­ver las caderas y los hombros. Tuvo ganas de explicar a todos que el mundo tocaba una melodía; si bailasen un poco esta música, dejando apenas al cuerpo mover­se sin lógica algunos minutos al día, se sentirían mucho mejor.

Aquella danza, no obstante, era de la Tradición de la Luna y sólo las hechiceras la conocían. Debía haber algo semejante en la Tradición del Sol, aun cuando a nadie le gustase aprenderla.

-Brida-

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